—No me estoy sonrojando... Esto no es nada. No es como si no hubiéramos estado en la misma cama antes... —dijo An Xiaxia en voz baja con sus grandes ojos negros llenos de pánico, lo que solo hizo que Sheng Yize quisiera molestarla más.
—¿Estás segura de eso...? En ese caso, ¿no deberíamos besarnos y hacer otras cosas indescriptibles? —preguntó con un tono serio.
—¡Aléjate, Sheng Yize! —chilló ella—. Nunca pensé que fueras este tipo de persona... Qu-quiero irme a casa... —Se retorció e intentó salir de la cama. Sin embargo, las grandes manos alrededor de su cintura la acorralaron en sus brazos. No iría a ninguna parte.
—¿Escapaste de casa y ahora regresarás? No eres muy comprometida —él pensó que era graciosísima.
Ella estaba aún más molesta. Así es. Se fue enojada. ¿Cómo podía suplicar para regresar? ¡Sería tan humillante!