—Mierda, desde ahora en adelante no dejaré mi billetera en el salón de clases...
—Chss, manos largas...
"…"
De inmediato hubo todo tipo de conversaciones y a todos se les ocurrían las ideas más crueles acerca de An Xiaxia. Sus mejillas se sonrojaron mientras tenía la billetera en su mano, totalmente desconcertada.
—¡Cállense, carajo! —el rostro de Qi Yanxi oscureció. Volteó y les gritó—. Olvidé dónde la puse, eso es todo. ¡No se metan donde no los llaman, maldición!
El salón quedó en silencio de inmediato. Todos contuvieron la respiración por miedo a que el diablo se descargara con ellos.
—Llevaba un tiempo perdida... —después de salvar a An Xiaxia, tomó su billetera y murmuró—. Pensé que nunca aparecería...
—Qi Yanxi —ella frunció el ceño—, ¡yo no la tomé! Yo... mm...
Antes de que pudiera explicarle, él apretó sus mejillas con su gran mano.