—Dime... —An Xiaxia lo presionó con impaciencia.
Todos querían verse lo mejor posible en frente de sus seres queridos. Antes, se había burlado de ella diciendo que parecía un conejo espiritual feo, lo que fue un golpe para su confianza.
—Sí—la sonrisa llegó a los ojos de Sheng Yize—. Ahora eres el conejo espiritual más lindo. ¿Hada conejo, bailaría conmigo, un hombre mortal?
Coquetear nunca había sido su fuerte, pero, siempre que lo intentaba, derretía el corazón de ella.
Ella asintió afirmativamente. Hasta rio alegremente y se burló de él.
—Si hubiese sabido que ser un hombre mortal sería tan agotador, nunca habría venido a tu mundo.
Al escuchar eso, la sonrisa de él se ensanchó. Ami y su asistente silbaron al mismo al unísono.
—Ey, ustedes dos, ¿es necesario que sean tan dulces? ¡Podría ir a decirle a su profesor que están saliendo!
Los ojos de An Xiaxia se ensancharon y la inundó la ansiedad.