An Xiaxia tuvo una premonición inquietante y se mordió el labio. Maldición. ¡Se había dejado llevar por sus impulsos! Además, ¡nunca esperó que Jian Xin'er fuera tan atrevida a plena luz del día!
—An Xiaxia, veo que la vida te ha tratado bien últimamente —Jian Xin'er tiró de su cabello y dijo con hostilidad—. ¡Cómo te atreves a estar cerca de Sheng Yize! ¡Y ahora hasta el Joven Amo Qi está involucrado contigo! ¡Qué zorra eres!
—¡Estás loca! —An Xiaxia luchó, pero Ding Yiyi la empujó y cayó al suelo.
Detrás de ella estaban los percheros de ropa y su espalda chocó con él. Casí estalló en llanto del dolor.
—¿Te alegró el agua en el baño de mujeres la última vez? ¿Qué te parece ahora? —la sonrisa de Ding Yiyi era tan amplia que toda la grasa en su cara se apretó. Se acercó a An Xiaxia.
—¿Ustedes hicieron eso la última vez? —apretó los dientes.
La habían encerrado en un cubículo y tirado un valde de agua fría encima. ¡Fue tan humillante!