De vuelta en el salón de clases, He Jiayu y Chi Yuanfeng se acercaron a él.
—¿La Hermana Ke alquiló un lugar para nosotros ya? —preguntó He Jiayu.
—Sí—respondió Sheng Yize.
—Hermano Yize, ¿por qué luces así? —Chi Yuanfeng estaba sorprendido. Rara vez veía una expresión tan amable en el rostro de Sheng Yize.
Sheng Yize respondió con una sonrisa profunda, lo que le puso la piel de gallina a Chi Yuanfeng. De los integrantes de Starry Night, Chi Yuanfeng pensaba que Sheng Yize era el más aterrador. Puede que otros piensen que es atractivo y genial, pero solo Chi Yuanfeng sabía qué tipo de "diablo malintencionado" se escondía detrás de esa cara.
Bueno, ¡si valoras tu vida, quédate lejos del diablo!
Chi Yuanfeng regresó a su asiento y He Jiayu siguió su ejemplo, riendo entre dientes.
—Xiao Feng, ¿hueles la llegada de la primavera en la habitación?
—Hermano Jiayu, ¿estás bien? ¡Es otoño! —Chi Yuanfeng no entendía.
He Jiayu sonrió y no dijo nada más.
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Esa noche de viernes, cuando su padre regresó a casa, An Xiaxia lo abrazó con ánimo.
—Papi, ¡al fin volviste! ¡Te extrañé tanto!
El Papá An era un hombre de mediana edad amigable y bondadoso. El paso del tiempo había dejado su huella en su rostro, pero no hizo nada a su galante apariencia. Todavía era posible imaginar cómo las chicas caían víctimas de su rostro cuando era joven. Frotó la cabeza de su hija cariñosamente.
—Buena chica. Haré la cena en un momento. ¿Tu hermano mayor aún no ha regresado?
—Aún no. Al parecer esta vez tiene un caso complicado. Llamó para decirme que le tomará, por lo menos, medio mes regresar —respondió An Xiaxia antes de regresar a adularlo—. ¡Papi, quiero estofado de cerdo, costillas agridulces y pescado al vapor! ¡Lo quiero todo!
—No hay problema —el Papá An miró con calidez a su entusiasmada hija, que parecía no poder quedarse quieta.
An Xiaxia era una amante de la carne que perdía su racionalidad cuando la veía. Después de comer generosamente, ayudó a su papá a lavar la loza antes de regresar a su habitación a dormir, olvidando por completo su deuda.
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La mañana siguiente, temprano. El sol brillaba resplandecientemente y una brisa suave se extendía por el aire. An Xiaxia se frotó los ojos y se revolcó perezosamente mientras despertaba. Su celular emitió un sonido e hizo un clic sobre la notificación para encontrar un mensaje de texto.
—An Xiaxia, como dije, no te puedes esconder de mí.
An Xiaxia vio el remitente ¡y era Sheng Yize! Su mano se sacudió y casi se le cae el teléfono. Temblorosa, revisó el mensaje varias veces. De verdad era de Sheng Yize...
«Mmm... Parece que de verdad le tengo que contar a papá este suceso...»
Ni siquiera se molestó en cambiarse de ropa y de inmediato se apresuró al primer piso en su pijama. El primer piso era la cafetería de la familia An, pero había estado cerrada mientras su papá estaba de vacaciones. Hoy reabrió y Papá An estaba ocupado trabajando en las máquinas de café.
An Xiaxia intentaba encontrar el momento adecuado para contarle las noticias a su papá cuando, de pronto, una figura energética irrumpió por la puerta. Kang Jian irradiaba orgullo mientras entraba y se inclinaba sobre el hombro de An Xiaxia, presumiendo.
—Xiaxia, mira. ¡Estos son los zapatos que me compró mi mamá ayer!
An Xiaxia les echó un vistazo. Eran los últimos zapatos para andar en skate de VANS y le quedaban bien.
—Nada mal, nada mal —respondió de forma indiferente mientras se rompía la cabeza para encontrar una forma de sacar el tema a su papá.
Kang Jian se comportó como si estuviera drogado y comenzó a cantar con entusiasmo.
—Mis zapatillas, moda, moda, la mejor moda. En el camino a casa, no me puedo controlar. Frota, frota...
La estrafalaria canción encantó a An Xiaxia y comenzó a bailar con él aunque no quería, bailando twist con su cintura y tobillos mientras cantaba.
—Frota, frota, sobre el suave suelo, ¡frota!
El Papá An se rio al ver al par actuar como locos y ponerse hasta arriba solos. En ese momento, una voz burlona se escuchó desde la puerta.
—Disculpe, ¿es este el hogar de la familia An?