Pese a la reticencia que An Xiaxia sentía... aun así se sometió al poder déspota de Qi Yanxi.
Eran las sesiones de entrenamiento individual del equipo de básquetbol. Algunos corrían en la pista, otros practicaban lanzamientos y otros conversaban acaloradamente sobre estrategias.
Por otra parte, Qi Yanxi lanzaba a la canasta con toda tranquilidad. No obstante, la increíble habilidad de antes parecía haber desaparecido. Las pelotas que tiraba no solo no entraban a la canasta, sino que volaban cada vez más lejos, como si tuvieran ojos.
An Xiaxia corría por todas partes recogiendo las pelotas y devolviéndolas a la canasta junto a él.
—Qi Yanxi, ¿no sabes apuntar? —dijo con rencor. Con esa habilidad tan terrible, ¡se estaba poniendo en ridículo al unirse al equipo de básquetbol!
Él hizo una cara inocente.