—¿Ahora duele? ¡Qué estabas pensando en el agua! —Sheng Yize le dio un golpecito fuerte en la cabeza. Al ver su mohín de inocencia, le dio otro. Solo que esta vez fue mucho más suave.
—Tenía miedo de que me dijeras estúpida... pero de verdad no lo hice a propósito. Le pasé el guion a Fanxing y ni siquiera la toqué. No tengo idea por qué se tropezó y botó el aro al agua... —explicó An Xiaxia con una voz diminuta, luego levantó la vista con ojos relucientes—. ¿De verdad es tan caro el aro? Qué pasará si no lo podemos encontrar...
—Te venderán a las montañas y serás la esposa de un viejo raro. Tendrás una docena de hijos con él y, cuando dejes de ser linda, ¡te volverán a vender a una mina de carbón ilegal como una culí! —él la molestó a propósito.
Ella se tomó esas palabras en serio y de inmediato brotaron lágrimas de sus ojos. Se hizo bolita y lucía patética.