An Xiaxia puso una cara seria.
—¡Estoy intentando compartir tus responsabilidades! ¡Puedo hacer todo tipo de tareas por ti! ¡Lo digo en serio, Sheng Yize! ¡Confía en mí!
Él la iba a llevar desde un principio y ahora solo se estaba divirtiendo molestándola.
—¿Quieres ir? —dijo pausadamente.
—¡Sí! —asintió afirmativamente.
—Ruégame. —Su sonrisa le recordó a la de un lobo manipulador.
An Xiaxia guardó silencio. ¡Este hombre repulsivo! No obstante, cuando hay hambre, no hay pan duro. Ella se rompió la cabeza pensando en cosas agradables que decir sobre él.
—Oh, todopoderoso Sheng Yize, ¡por favor, llévame contigo! Llévame, ¿sí? Prometo que seré una buena asistente. No seré una holgazana ni me escabulliré. Me dedicaré a construir una sociedad armoniosa...
Él entrecerró los ojos mientras una sonrisa satisfecha aparecía en su rostro. Bajo la mirada expectante de ella, él aclaró su garganta y habló con un rostro serio.