Ai Bao dijo torpemente:
—Eso... no será necesario...
—Pero tengo curiosidad —An Yibei no cedería.
—¡La curiosidad mató al gato!
—Afortunadamente, soy un ser humano.
—…
Ai Bao se mordió el labio.
—Para…
—¿Mm? —An yibei levantó una ceja—. ¿Me estás diciendo que puedes jadear por otros hombres, pero no por mí?
Esas eran palabras tan infantiles que a Ai Bao le resultó difícil creer que vinieran de An Yibei. Preguntó tentativamente:
—¿Estás celoso?
—Je —An Yibei sonrió—. ¿Por qué debería estarlo? ¿Quién soy yo para ponerme celoso?
... Entonces, estaba celoso.
Retorciendo sus manos, Ai Bao dijo con agravio:
—Si realmente quieres escuchar, yo...
Reuniendo su coraje, recogió una carpeta, la levantó por encima de su cabeza y luego se la golpeó en la cabeza. Ella gimió de dolor. Eso de verdad sonaba como los jadeos en el clip...
—Así fue como lo hice... —sollozó.