Pufff. An Xiaxia no pudo evitar reírse.
—Cola, ¿de dónde sacaste esa idea?
Pepsi, por otro lado, parecía que iba a llorar. Corriendo hacia la cocina con sus piernitas cortas, envolvió sus brazos alrededor de la pierna de Sheng Yize y sollozó:
—Papá...
—¿Qué pasa? —la tomó con una mano y con la otra, con una cuchara, revolvía las bolas de arroz pegajoso en la olla para que no se pegaran al fondo.
—Papá, no tengas otros bebés —parpadeó con sus grandes ojos claros, luciendo tan adorable que podría derretirle el corazón a alguien.
Sheng Yize sonrió.
—Eso dependerá de lo buena que seas.
No iba a tener más hijos de todos modos. An Xiaxia tenía sus problemas de salud y no quería que volviera a sufrir. Pepsi estaba nerviosa. Envolviéndose alrededor de su cuello, dijo:
—¡Papá, te amo! ¡Seré buena! No comeré dulces. ¡No beberé leche! No mojaré mi cama...