Pepsi sollozaba tontamente, sopló el polvo de la rosquilla y luego la metió en la boca de Si Bai. Si Bai la terminó en dos bocados.
—Es deliciosa.
—¿De verdad? —Pepsi se lamió los labios, luciendo intrigada.
¡Se habría quedado la dona para ella si lo hubiera sabido! ¡También quería probarla!
Si Bai parecía leer su mente. Inclinando la cabeza, preguntó:
—¿Quieres comerla?
—¡Sí! —asintió rotundamente.
—Entonces, acércate —se aclaró la garganta y Pepsi hizo lo que le dijo—. ¿Ahora qué?
Si Bai apuntó a sus labios rosados y la besó. Fue su primer beso.
—¿Es dulce? —preguntó.
—¡Sí! —Pepsi se rio.
Si Bai sonrió. Un momento después, tomó la mano de Pepsi y dijo:
—¡Sé una buena chica y bebe tu leche!
—¡Sí!
—¡Y crece más rápido! ¡Dime si alguien te molesta! —dijo Si Bai con seriedad—. Te visitaré de nuevo.