Hinari se sorprendió de la repentina invitación de Zaki. Este hombre, que no la había invitado a salir ni una sola vez en seis largos años, ahora decía que esto era increíble.
Ella se quedó inmóvil al oírle y sus ojos parpadearon. Al momento siguiente, ella levantó su mano y ésta aterrizó en la frente del hombre. Cuando sintió que su temperatura era de alguna manera más alta de lo normal, empezó a dudar de él. También notó finalmente el sudor en su frente y sus hombros cayeron.
—Tsk, tsk. Casi caigo en tu trampa otra vez. Si estás enfermo, al menos deberías decirlo. Suspira... —dijo ella y como un gatito decepcionado se bajó de él. Hizo pucheros mientras lo ayudaba a levantarse y no ocultó su expresión de depresión.
Al ver que no parecía creer lo que él le decía, Zaki anudó las cejas. También estaba confundido por qué ella dijo que estaba enfermo. No me digas... ¿se dio cuenta?
