El sol aún no se había puesto, pero en el cálido abrazo de Sei, Davi sintió que sus caricias eran una canción de cuna relajante que la obligaba a quedarse dormida. Podía sentir que era la primera vez que se abrazaban así. Sus brazos la rodeaban mientras sus cuerpos compartían el calor del otro, lo que hacía que Davi sintiese una calidez y un confort indescriptibles. En ese momento, sintió como si su abrazo fuera la medicina que estaba buscando y no pudo evitar cerrar los ojos.
Sei, por otro lado, notó que sus fuertes y rápidos latidos del corazón se estabilizaban lentamente. Su cálida mano se mueve alrededor de la mitad de él antes de que los cálidos alientos de ella tocaban su piel se ralentizaran, indicando que ella ya se había dormido.