—Davi... mi... esposa... —pronunció lentamente, con la voz rebosante de amor y dulzura. Como si para él, su nombre debía ser dicho de la forma más apasionada.
La chica tambaleante frente a él pareció escucharlo decir su nombre junto con: mi esposa, y respondió con una sonrisa más radiante que nunca. Todavía tenía los ojos estrechados y el rostro enrojecido y empapado en sudor, y aún así, su belleza angelical deslumbraba a pesar de la situación.
Su voz suave, con el lento movimiento de su cuerpo y la manera en la que fruncía los labios, era aún más seductora, tanto, que se oyó cómo se rompieron los hilos de sanidad de Sei en su mente.
—D-de nuevo. —Le suplicó, a pesar de estar en ese estado, se vio muy entusiasta y emocionada. Al verla tan contenta, Sei en su corazón sintió una satisfacción indescriptible.