El mirador casi parecía estar envuelto en flores rosas que flotaban en el aire.
—Belleza, di ahh. —Hinari intentaba alimentar a Zaki mientras sonreía ampliamente. El hombre, por otro lado, nunca dejó de sonrojarse por todas esas locas payasadas que Hinari estaba haciendo. Su pobre corazón ya latía de forma anormal y aun así ella seguía sacudiéndolo, creando un dulce caos dentro de él con todo lo que hacía. Lo que era peor era que Zaki no podía decirle "no" ahora.
Abrió la boca obedientemente y dejó que ella le diera de comer. Estaba avergonzado pero sentía que no podía hacer nada al respecto. De alguna manera, Zaki sintió que a partir de ese momento, su corazón no era el único que se rendía completamente a ella. Parecía que incluso su alma ya no era solo suya, sino también de ella.