—Gran jefe, mmm... ¿qué tal si llamo al jardinero para que lo haga por usted?— La voz de Kir hizo que el soñador Zaki volviera a la realidad. Se giró y cuando vio a su hermano mayor parado ahí con las mangas dobladas, solo podían caer gotas de sudor de la frente de Zaki.
—Cállate Kir. ¿Cómo podría llamarlo esfuerzo si ordeno a alguien que lo recoja por mí? — Sei razonó y Kir se rascó la cabeza.
—Pero gran jefe, estás sangrando. No sabes cómo hacerlo correctamente. Tu esposa se sentirá triste si ve que te has lastimado. Al menos déjame ayudarte. —Kir suplicó una vez más cuando Zaki se acercó a ellos y se entrometió.
—¿Qué ha pasado? ¿Sei está herido? —Zaki parecía preocupado cuando Sei le hizo un gesto con la mano.
—No te preocupes por mí. Es sólo un rasguño. Ve y continúa con lo que estás haciendo. —Sei dijo pero Zaki no se detuvo. Continuó caminando hasta que llegó a él. Cuando Zaki vio el rasguño en la mano de Sei, frunció el ceño.