—Pero primero, es hora de que confieses mi belleza, —dijo mientras su mirada se volvía seria. —Quiero oírlo.
Hinari estaba decidida. Quería que lo dijera en voz alta. Sea lo que sea que él sintiera hacia ella, ella necesitaba escucharlo con sus propios oídos para saber qué hacer a continuación. Hinari no quería anticiparse a nada pero esperaba y rezaba para que él le dijera que también la amaba. Las mariposas empezaron a volar en su estómago mientras ella pensaba en las palabras que saldrían de su boca.
Sin embargo, un minuto pasó y el hombre que estaba delante de ella todavía no dijo una palabra. Parecía aturdido pero Hinari empezaba a sentirse nerviosa por su silencio.
Incapaz de contener más sus sentimientos, Hinari rompió.
— ¡Belleza! ¡¿Has oído lo que he dicho?! ¿Por qué me haces esperar otra vez? ¿Lo haces a propósito? ¡¿Eh?!
