Todos se sorprendieron con las palabras del pequeño Shin. Los ancianos incluso empezaron a imaginarse una escena en la que el pequeño niño los sorprendió durmiendo juntos en la cama, desnudos, causándoles pánico. Con los ojos muy abiertos, el viejo Chen se arrodilló repentinamente en el suelo mientras agarraba los hombros del pequeño Shin.
—Mi querido nieto, no viste nada impropio, ¿verdad? —preguntó y el niño pequeño le parpadeó. Inclinó ligeramente la cabeza como si estuviera tratando de deducir de qué estaba hablando el viejo.
—¿Inapropiado?
—Sí... lo que el abuelo quiere decir es... su ropa... bueno...
—Llevan pijamas, ¿por qué?
Tan pronto como escucharon la respuesta del niño, los dos viejos dieron un profundo suspiro de alivio. Era Sei solo quien permanecía mirando inmóvil en su asiento mientras los observaba.
— ¿Había algo inapropiado en sus ropas? —Preguntó entonces el niño con curiosidad cuando Sei finalmente habló.
