Hinari estaba atónita. De hecho, las palabras de Zaki la sorprendieron tanto que no supo cómo reaccionar. Las palabras que había dicho resonaban en su cabeza y no pudo evitar mirarlo con confusión.
—¿Eh? ¿Qué has dicho? —preguntó ella otra vez, con las manos aún congeladas sobre las mejillas de Zaki.
—No me hagas repetirlo. No puedo creer que ni siquiera respetes a tu amiga —dijo Zaki, dándole un golpecito en la frente.
Hinari lo miró intensamente y, cuando vio la mirada seria en sus ojos, no pudo evitar reírse.
—¡Pfff! ¡Ja, ja, ja! —Hianri rio como si todo aquello fuera extremadamente divertido, haciendo que Zaki frunciera el ceño. Soltó sus mejillas y comenzó a acariciarlo donde acababa de pinchar, mientras seguía riendo.
—¿Qué esto, prometido mío? ¿Hablas en serio? ¡Pfff! ¡Ja, ja, ja! —dijo ella.
—¿Qué crees que estoy haciendo? —continuó y, de alguna manera, las venas de Zaki comenzaron a saltar.