—El jefe, quiero decir, Sei, está bien, solo se lastimó la frente. Solo se está sometiendo a un chequeo para asegurarse de que no se lastimó nada más. Solo hay que esperar un momento, ¿bueno? Podrás entrar en un par de minutos —Tan pronto como Davi escuchó la voz de Kaide, se forzó a hablar.
—¿Él de verdad está bien? —preguntó sin soltarlo. Kaide supo lo preocupada y herida que estaba al oír su suave voz.
—¿Crees que miento? —le respondió con seguridad, ante lo que la chica se quedó en silencio por un rato y lo soltó.
Al darse la vuelta, Kaide le vio el rostro y quiso abrirle la puerta de par en par. Se quitó el abrigo y con amabilidad se lo puso sobre los hombros.
—¿Estás bien? —le preguntó a pesar de que obviamente no lo estaba. Kaide estaba a punto de tener un ataque de pánico. No sabía qué hacer.
—Kaide, ¿puedes llevarme a un lugar? No quiero que Sei me vea así. Volveremos una vez que me sienta mejor —Kaide asintió.