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En el pasillo trasero.
—Qué molesto —una tal Ying expresó que era demasiado perezosa para ir a trabajar.
—Molesto mi pie. Date prisa —Lonemoon no iba a dejar que siguiera holgazaneando. Se dio la vuelta para mirar a Meng Po, que estaba a su lado—. Pequeñito, trae primero a ese fantasma cobarde a Samsara —tiró de Shen Ying y volvió al cielo estrellado en el territorio divino.
Shen Ying abrió perezosamente una pantalla y comenzó su búsqueda. Un momento después, sus ojos soñolientos se abrieron de par en par. Un pequeño reino salió volando delante de ella.
—¿Este es el pequeño reino al que está conectado nuestro Etapa de Firma de Escritura? —Lonemoon se adelantó y miró de cerca el planeta. Había algunas manchas verdes, y una nube de gas blanco que lo rodeaba. Frunció el ceño—. ¿Es ese un mundo de los Últimos Días?