—Esto... ¿qué pasó? —no podían creer lo que veían. Después de frotarse los ojos, miraron de nuevo.
—¿¡Cómo es que escaparon!? —el daoísta de túnica negra dijo furiosamente— ¡Imbéciles! ¡Son un montón de imbéciles!
Aturdido, el maestro espiritual Baoping miró a Feng Yangzi, que era el hombre de mediana edad y vestido blanco junto a ella, y dijo: —¿¡Son los cinco inmortales de la cueva del dragón amarillo que acabas de mencionar!?
¿Por qué huyeron? ¡Ella es solo una loli que se concentra en jugar con su jade de comunicación! ¿¡De qué tienen miedo!?
Feng Yangzi sonrió avergonzado y luego golpeó su mano sobre la mesa antes de gritar: —¡Estas personas son tontas y no saben lo que está pasando!
—Ella todavía está jugando con su jade de comunicación; ¡no sabe lo peligroso que fue para ella hace un momento! —el daoísta de vestido negro dijo con un resoplido— Si esa gente no corriera, esta chica habría…
—¡Olvídalo! ¡Olvídalo!
