—Entonces, ¿eres tan arrogante porque tienes un artefacto espiritual fuerte en tus manos? —Nalan Ji estalló en una risa rabiosa mientras sacaba la espada larga por la cintura. Cuando su espada tembló, la lluvia a su alrededor se aplastó en pequeños pedazos, y el viento sopló las pequeñas brumas en el cielo.
—¿Crees que una hormiga puede matar al elefante solo porque tiene una lanza? —Nalan Ji colocó su espada frente a su pecho y se paró adoptando la postura del caballo, preparándose para la batalla.
¡El aire a su alrededor de repente se volvió más pegajoso que nunca, y toda la calle parecía estar atrapada bajo una montaña invisible!
Incluso el viento que aullaba se calmó.
En ese momento, toda la calle quedó en silencio.
Todas las gotas de lluvia parecían haberse congelado sólidamente, como pedazos de plomo, sin moverse en absoluto.