El padre quedó boquiabierto ante mi actitud y a mi arrebato. Miró a su hijo mayor y vió amor y orgullo, era como si realmente hubiera podido encontrar a su pareja de vida. Eso era algo raro en toda la comunidad vampírica.
Sonreí a Hércules, que al parecer había aprobado el modo que decidí actuar.
Me baje de la mesa y en vez de sentarme en la silla que me habían asignado a su lado, me senté en su regazo.
Me reí mucho al ver la expresión de los demás que habían puesto.
Hércules pone un brazo posesivo alrededor mío y acerca sus labios a mi cuello.
-- Tienes hambre?-- me pregunta.
-- Sí, pero debo ir a cazar para conseguirla-- reflexioné.
Curiosamente cuando estoy con él, el hambre pasa a un plano secundario. Era como si realmente no hiciese falta alimentarme de esa sangre negra.
-- Más tarde te acompañaré a cazar-- menciona de casualidad lo que serían nuestros planes para la tarde.
Estaba por mostrarme de acuerdo con el plan, cuando su padre golpea fuertemente la mesa, atrayendo toda la atención de todos.
-- Tú debés quedarte aquí para recibir el castigo de haber convertido a esa cosa en una de nuestra especie-- y la ira estaba reflejada en sus ojos.
Ví esa sombra negra, pero era un negro más brillante y más marcado. Era como si se tratará de algo diferente a los que me he comido. Eso no quito el hecho de que estaba deseando clavar los colmillos en su piel escamosa.
Hércules se para y ve a su padre con disgusto. Ese hombre había cambiado mucho desde la muerte de su compañera.
Me acerqué lentamente como si tuviera con temor de irritar a mi presa.
Su padre pensaba que estaba por ser atacado y eso le daría la razón suficiente para acabarme y enderezar a su primogénito.
Salté y clave los colmillos en esa piel. El pobre idiota gritó de dolor y el velo que lo separaba de los ojos de los demás se rompió.
Después de devorarlo y acabar con su sangre, miré a Hércules a los ojos.
-- Parece que ya no es necesario salir a cazar cuando tu padre los crea-- musite.