—¡Hop! —se apresuró en llegar a una de las mesas con un espacio libre. Cada mesa era de madera, llena de varias bandejas que tenían montañas de hot dogs. Se podían ver largos bancos de madera a ambos lados, que ocupaban espacio.
—¡Quince segundos! —mientras los jueces hacían la cuenta regresiva, Dorian echó un vistazo al concursante sentado a su lado.
Era el verdadero Iñigo Montoya.
—Eh, hola. Soy Dorian —tartamudeó, mirando fijamente al hombre. Nunca había esperado conocer al personaje en la vida real y no tenía idea de qué decir.
El hombre le echó un vistazo.
—Mi nombre es Iñigo Montoya —la voz del hombre era suave y segura, con un rico acento español que hacía que sus palabras fueran inconfundibles. Después de hablar, se giró para mirar los hot dogs, sus ojos ardían de pasión.