Dorian miró hacia el valle enorme y amplio, una pequeña brisa soplaba contra su pecho. Examinó el escarpado cañón, y las pendientes a sus lados, asintiendo con su cabeza.
Le recordaba un poco al Gran Cañón de la Tierra, solo que mucho más grande. Podía ver largas hileras de vegetación, una mezcla de gris oscuro y verde desteñido, que recubrían las paredes del cañón. Un pequeño río fluía a través del centro del cañón, en un camino largo y serpenteante que se perdía de vista.
Miró hacia abajo, a su cuerpo bastante grande. A sólo poco menos de siete metros, Dorian se alzaba por encima de cualquiera de las criaturas que había visto hasta ahora.
El cañón Overbal era una región diversa, llena de muchas cuevas extrañas y formaciones rocosas, así como de hierbas mágicas o recursos.
Lo que más interesaba a Dorian, y la razón por la que había venido a probar su fuerza, era una específica bestia salvaje conocida por frecuentar el cañón.