William se estremeció cuando volvió a mirar el muro de la ciudad. El sol lo golpeó, la luz de media mañana calentaba el día. Se dio la vuelta, con los ojos firmes mientras estudiaba el enorme puente de mundo. El dragón estaba yendo a alguna parte entre el puente de mundo seguramente.
Cerró sus ojos por un momento antes de juntar las manos.
—Magia de luz: luz inquietante.
Un haz de luz dorado se disparó de sus ojos y luego se desvaneció rápidamente, extendiendo una red invisible sobre todo en su campo visual. Extendió esta red tan lejos como le fue posible, logrando envolverla a alrededor del pilar y la base del puente de mundo.
Este hechizo era como cubrir con una manta una gran área. No podía ver o escucha algo a través de ella, pero si había algún tipo de perturbación notoria, como el lanzamiento de un hechizo poderoso, instantáneamente sentiría las ondas a través de la red.
Era un hechizo de clase Magnus Magister, y uno de los cuatro hechizos de ese nivel que sabía cómo lanzar. Aun si tuviera mucho del conocimiento y experiencia del anciano mago de luz, todavía necesitaba practicar antes de que pudiera acceder al libro de hechizos del anciano.
Afortunadamente, este hechizo era eficiente en cuanto a energía, y podía mantenerlo por varias horas, incluso la mitad de un día si era necesario. Se sentó en el suelo afuera del muro mientras se disponía a esperar.
..
—Pero qué…
—¡Atención!
—¡Guardias! ¡Una bestia!
Dorian ignoró el estallido de gritos mientras cruzaba uno de los caminos que conducían a la capital, haciendo una leve mueca.
Ya había pasado la mitad de la enorme ciudad, apegándose varias millas a un lado. Si bien la ruta que estaba tomando estaba un poco apartada de donde había estado, el Puente de mundo todavía estaba directamente en frente de ellos, simplemente debido a los enorme que era.
Desafortunadamente, mientras más se acercaba a la civilización, más y más personas estaban allí.
Había tenido suerte en evitar algunos grupos más lejos, ero su suerte finalmente había desaparecido a medida que avanzaba el día, y la mañana se acercaba a la tarde.
Una enorme caravana estaba en ese momento moviéndose por un largo camino de piedra hacia una de las puertas occidentales de la ciudad Yum. Estaban a solo cuatro o cinco millas de distancia y la ciudad era fácilmente visible.
Había alrededor de una docena de vagones individuales en esa caravana, todos hechos con algún tipo de metal de color rojo oscuro. Las ruedas de cada caravana eran de un tono negro, y cada una era arrastrada por un caballo cubierto de escamas azul oscuro. Se podían ver varios hombres y mujeres que vestían armaduras de cuero marrón, cabalgando sin prisas junto a los vagones en pequeños caballos de color marrón.
Una visión única en la opinión de Dorian, recordándole las caravanas que había escuchado sobre irse del Viejo Oeste, aunque con algunos elementos de fantasía y colores agregados.
Suspiró mientras saltaba arriba, en el aire, sobrevolando uno de los vagones y cruzando la carretera.
Había tratado de cubrirse mientras rodeaba la ciudad, evitando estar al aire libre. La zona en las inmediaciones de la ciudad era planicies cubiertas de hierba, con unos pocos bosques pequeños. Las tierras de cultivo solo comenzaron a aparecer a unas doce millas.
Acababa de salir de uno de los bosques pequeños cuando vio la caravana, a unas dos docenas de metros de distancia.
La caravana lo había detectado al mismo tiempo, mientas avanzaba a un ritmo muy rápido.
—Magia de fuego: ¡bola de fuego! —un mago que se veía joven, vestido con un conjunto de túnicas sueltas de color marrón, lanzó una bola de llamas a la espalda de Dorian mientras saltaba a la caravana, perdiéndolo apenas.
Como una salamandra roja, Dorian era resistente al calor, por lo que inclusos si hubiera logrado darle, no lo habría afectado mucho. Aun así, le dirigió al mago una mirada de reojo, mientras escapaba de la caravana, corriendo a toda velocidad.
La caravana estaba en caos, varios de los guerreros a caballo se dispersaron. Dos magos estaban escoltándolo, ambos de clase Terra. Uno era un mago de fuego y el otro un mago de rayos.
Observaron con una sensación de fracaso como la salamandra escapaba, incapaces de entender la situación.
..
—Hay un disturbio allí abajo en el costado —la voz del titán Byrus era áspera, mientras estaba de pie flotando arriba de una espada gigante. Sus ojos eran penetrantes y estaban alerta, no obstante, miraban a varias millas en la distancia.
Otras tres espadas gigantes flotaban en el aire, llevando a varios magos humanos. Byrus era el líder de este grupo, un subordinado directo de Eren, y un mago de dispersión de clase Magnus Magister.
—Es solo un animal salvaje escapando de una caravana. Parece una salamandra roja, o un lagarto de fuego —la voz de Mayne se elevó en el aire mientras la maga del destino de clase Magnus Magister estudiaba minuciosamente el suelo, con el ceño fruncido en su rostro hermoso.
Byrus gruñó, y luego se encogió de hombros, con sus hombros retrocediendo de una manera extraña.
—Lo que sea. Greta, Numor, vayan a revisarlo y mátenlo para estar seguros. El resto de ustedes sigan dispersándose y estén alertas. Cubran las siguientes treinta millas. Busquen a un dragón de escamas verdes. Informen si pasa cualquier cosa extraña co…
La chica con armadura negra, Greta, interrumpió al Titán.
—No estoy bajo tus órdenes, Byrus. Voy a comprobarlo yo misma —su voz era fría y cortante, con un intenso desdén en su voz mientras se giraba, saltando de la enorme espada. Parecía fluir alrededor de ella un miasma negro, formando una plataforma pequeña que se elevaba por el aire.
Byrus puso los ojos en blanco, y le indicó a Numor, uno de los magos humanos que regresara.
—Bruja arrogante. Solo espera a que pierdas el favor de Su Señoría… —Byrus sacudió su cabeza—. Como sea, déjenla. Sigan desplegándose y mantengan un perímetro claro. Recuerden, el objetivo es un pequeño dragón con escamas verdes.
..
Las garras de Dorian se clavaron en la tierra y luego se propulsó hacia delante, usando todo el impulso que pudo reunir.
Su forma de salamandra roja mayor era mucho más fuerte de lo que había sido anteriormente, debido al hecho de que su alma estaba en la clase Magister. Mientras más fuerte el alma, más poderosas serían sus formas físicas, incluso las que normalmente terminarían su crecimiento en una clase inferior.
Según Ausra, la densidad de sus fibras musculares y su fuerza total ahora habían alcanzado solo el mínimo para ser considerada una bestia de clase Magister.
Se agachó bajo algunas ramas para recargar en un pequeño y agrupado bosque una vez más, relajándose un poco mientras se ocultaba, escondido desde el cielo. Justo cuando estaba a punto de cargar a través de un matorral en el medio del bosque, se estremeció una especie de sexto sentido en la parte de atrás de su cabeza. Era una sensación increíblemente extraña que no podía describir, pero que lo hizo congelarse y luego esquivar hacia la izquierda.
ZUMBIDO
Una fracción de segundo después una corriente negra de gas se clavó en el suelo donde había estado, con la forma de una lanza. Mantuvo esa forma de lanza a pesar de su estado gaseoso, emitiendo una sensación increíblemente inquietante.
—¿Oh? ¿Lo esquivaste? —una mujer de cabello negro y largo, vestida con una armadura de cuero negro ajustada aterrizó en el suelo cerca de la lanza, recogiéndola. Tenía rasgos faciales finos y delicados, con unos ojos azul oscuro que brillaban.
Dorian cayó y rodó por el suelo, torciendo su cuerpo para detenerse mientras se giraba para mirarla, en alerta. Al hacer eso, sintió que su bolsa espacial se deslizaba, aterrizando en el suelo detrás de él.
«Maldición. ¿Ella está con los que me están cazando? ¡Estoy con una forma diferente!», pensó, sacudiendo sus garras.
—¿Qué? —sus ojos se entrecerraron por un momento mientras ella miraba con confusión hacia la bolsa que había caído de él, antes de sonreír, sacudiendo su cabeza, con su boca torciéndose en una sonrisa—. Interesante. Veamos si puedes esquivar estas.
Juntó sus manos y murmuró algo.
Un instante después, una docena de lanzas hechas de gas negro se elevaron en el aire, todas apuntando hacia Dorian.
—Ausra, ¿qué demonios es eso? —preguntó, con su cuerpo temblando ante la peligrosa sensación de aquellas lanzas le dieran.
—Alguna derivación de la magia de maldición, enfocada más en un combate físico. La mujer parece ser una humana en el apogeo de la clase Magister, especializada en este tipo de magia —la voz de Ausra era fría. La genio en su matriz de hechizos del alma no tenía mucha información que no tuviera relación con los linajes, y no podía dar una explicación más detallada.
Antes de que pudiera hacer más preguntas, la docena o más de lanzas de oscuridad se lanzaron hacia adelante, disparándose hacia él y sus alrededores. Estaban dirigidas de modo tal que no importaba en qué dirección esquivara, al menos una daría contra él.
Dorian hizo la única cosa en la que pudo pensar, y se lanzó hacia delante.
ZUMBIDO
Las lanzas de gas negro pasaron a su lado, sin que ninguna lograra golpearlo. Sin embargo, algo del miasma negro de las lanzas se extendió en el aire a medida que avanzaban y aterrizó en él. Al instante, una horrible sensación de nauseas lo inundó, como si estuviera a punto de vomitar. Le dio un terrible dolor de cabeza y su visión comenzó a volverse ligeramente borrosa.
—¡¿Ausra?! ¿Cómo me saco esto? Pensaba que era inmune al veneno —gritó mentalmente, con sus pensamientos corriendo delante de él.
—Has sufrido algún tipo de maldición, una debilitante —respondió Ausra rápidamente.
—¿Cómo la rompo? —su réplica fue igualmente rápida, la conversación entera tomó solo una fracción de segundo.
—Para maldiciones temporales, necesitas hacer que el conjurador quede inconsciente, o moverte fuera del alcance del atacante. Para hechizos permanentes, tendrás que matar al mago que desató la maldición o romper la maldición directamente con otro practicante de la magia de maldición o algún tipo de sanador.
—¿De cuál tipo es esta? —preguntó mentalmente, con su corazón palpitando. Los efectos de esta maldición eran extremadamente desagradables.
—No tengo suficiente información para juzgar con precisión.
Para cuando terminó de hablar con Ausra, Dorian se había movido completamente fuera del alcance de las lanzas negras de gas, y estaba sólo a media docena de metros o más de la Maga de Magia de maldición.
El labio de la mujer se curvó en una mueca.
—Maldita rata.
Juntó sus manos, preparándose para lanzar otro hechizo. El tiempo parecía ir lento para Dorian, su corazón latía deforma anormalmente rápida, al darse cuenta de cuán peligrosa era la situación en la que estaba.
Podría morir en tan solo unos segundos. Su cuerpo ya estaba empezando a estremecerse, los efectos de la maldición lo estaban debilitando. Si una de esas lanzas hubiese conseguido dar en su cuerpo… probablemente ya estaría muerto.
Hizo la única cosa en la que pudo pensar. Su pecho se hinchó mientras avanzaba, lanzándose hacia la maga.
«Llamas esmeralda menores».
Una explosión de llamas verdes se extendió hacia adelante, envolviendo a la maga de maldiciones. Las llamaradas verdes se aferraron y rodearon su cuerpo, asiéndose de la barrera innata que tenían los magos de clase Magister. Chocando con esa barrera a quemarropa.
Y fundiéndose a través de ella.
—¡¿Fuego dracónico?! Eso es imposi…
Las últimas palabras de Greta fueron interrumpidas, una mirada de terror puro apareció en su rostro, mientras las llamas terminaban de traspasar su barrera, y dieron directamente contra ella, matándola al instante. Un momento después, Dorian sintió que la maldición sobre su cuerpo se disipaba, restituyéndose en su condición normal.
Dorian se tambaleó a medias, tropezando y caminado hacia las llamas verdes mientras se obligaba a frenar. Su pecho estaba caliente, una sensación de agotamiento se colocó en sus hombros al usar la habilidad.
Se congeló por un momento, girando lentamente su cabeza y mirando el cuerpo de la maga que seguía siendo hermosa, aún quemándose con sus llamas esmeralda menores que solo ahora empezaban a apagarse al terminarse la energía. No emitían humo, y la energía dentro de ellas estaba extremadamente contenida.
En los 30.000 mundos, la superpotencia más grande era la Autarquía Borrel, que controlaba un poco más de 10.000 mundos.
El segundo poder más grande eran las tribus dracónicas. Entre todas las doce tribus, controlaban unos 7.900 mundos. Una cantidad enorme que, si bien era menor que la contraparte humana, todavía era enorme en su alcance.
Una de las razones clave de por qué las tribus dracónicas eran tan poderosas, era debido a las habilidades imponentes que tenían casi todos los linajes dracónicos.
El fuego dracónico, en sus diversas iteraciones, era una habilidad particularmente bien conocida.
Todos los tipos de fuego dracónico eran increíblemente potentes, muchos con características únicas. Algo que todos los tipos de fuego dracónico tenían en común, no obstante, era que las llamas eran devastadoramente efectivas en destruir las barreras innatas hechas de la energía innata que protegía a los magos en la clase Magister y superiores.
Era debido a esto que incluso los magos más confiados aprendían varios hechizos defensivos, especialmente en situaciones en las que tenían que enfrentarse a dragones de las tribus dracónicas.
Dorian respiró profundamente, su corazón temblaba al mirar el cuerpo. Tragó saliva con dificultad con sus ojos inexorables.
Los cerró por largos segundos, y luego los abrió de nuevo. Esta era la primera vez que había matado a un ser humano. Lo repentino de todo era inquietante, había sucedido tan rápido. Tomó otra respiración profunda y luego lo exhaló. Inclinó su cabeza hacia el cadáver de la mujer por un breve segundo antes de darse la vuelta y continuar su carrera hacia el puente de mundo. No había tiempo que perder o desperdiciar. No podía dejarse emocionar en este momento. Todavía podría morir aquí.
Enganchó su bolsa espacial en el camino, decidiendo meterla entre su axila, atándola alrededor de su brazo y hombro para esconderla. No quería que se dañara, y ahora que lo consideraba, una bestia salvaje corriendo con una bolsa espacial era probablemente una visión insólita.
Dorian luego redujo su ritmo un poco, haciéndolo parecer como si fuera un animal salvaje merodeando. Sus ojos se estrecharon y su estado de ánimo era lúgubre.
Estaba a solo unas millas de distancia.
..
—¿Hmm?
El enorme titán de clase Dominus Eren sintió que una diminuta señal se apagaba en su mente, como si alguna conexión se hubiera destrozado. Frunció el ceño, al levantar la vista de su constante revisión del mundo debajo de él, cerca de la capital del imperio Tandor.
Exploraba los cielos de izquierda a derecha. No había visto algo fuera de lo normal. Hizo un gesto para la persona que tenía a su espalda.
—Laura. Laura, Laura. Haz un escaneo rápido del destino en tu hermana y en Greta. También en Byrus, Ugdol y Barrack. Déjame saber si hay algo que esté mal.