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Chapter 11 - Descubrimientos.

Una gran pila de basura se encontraba en el jardín trasero. Tirar toda le tomó a Lucien un par de rondas.

Con el fin de mantener limpia la ciudad, existían personas que recolectaban basura cada mañana. Sin embargo, la sofisticada asociación no podía tolerar que los desechos se apilaran en su jardín por un día entero.

Luego de terminar el trabajo, Lucien ingresó al salón a hurtadillas y se desplazó por el borde de la habitación hacia la puerta.

—¡Maldita sea! ¡Wolf! ¿Puedes sencillamente dejarme solo por un segundo para concentrarme en mi música? —Él escuchó una profunda y fuerte voz, la cual se tornó aguda al final de la frase. Al mismo tiempo, un hombre vistiendo un abrigo rojo bajó corriendo las escaleras.

Entonces, chocó directamente contra Lucien.

«¡Bang!» Algo pesado cayó sobre la alfombra, produciendo un sonido sordo.

Victor casi perdió el equilibrio.

Respirando profundamente, se agachó y recogió una lámpara rota, la cual había caído desde la pila de basura que llevaba Lucien.

—Perdón —le devolvió la lámpara que había recogido del suelo a Lucien.

Otro hombre de cabello castaño vistiendo un largo abrigo de color azul oscuro bajó por las escaleras. Su boca mostraba una notoria sonrisa.

—Victor, no eres el único músico aquí. Puedo hacer lo que se me venga en gana. Si tienes un problema con eso, entonces regresa a casa.

La sonrisa en su rosto se amplió aún más.

—Lo sé, lo sé. Solo faltan tres meses para tu concierto. Y lo comprendo; de verdad lo espero con ansias. Voy a escribir un artículo sobre ti en Crítica Musical; hecho especialmente para ti...

—¡Bastardo! Veamos cuándo tendrás tu propio concierto—. Maldiciendo en voz baja, Victor dio la vuelta y se retiró del salón rápidamente.

En el instante en que Victor le dio la espalda, la sonrisa desapareció de la cara de Wolf. Este regresó a donde estaba mientras murmuraba, «debería ser mío...»

Luego de presenciar su discusión, Lucien continuó cargando la basura hacia la puerta. Luego, observó la lámpara rota, decorada con patrones detallados y con la base hecha de metal.

Recogió la lámpara, soltando la basura restante en el carro. Parecía hecha de cobre, pero era más flexible. Probablemente se vendería por varios Fells en una herrería. Para un muchacho pobre como Lucien, todo lo que veía estaba relacionado con dinero.

«Espera... Quizá pueda encontrar más cosas útiles en esta pila, como papel o plumas

Así, aquel montón de basura se convirtió en un tesoro para Lucien. Su corazón se llenó de sorpresa entusiasmo. Aunque la gente rica ni se molestaría en fijarse en la pila, para él esta suponía su primera oportunidad para cambiar su vida.

Cinco Nars de plata eran suficientes para cubrir el costo mensual de educación. Además, él tenía una biblioteca entera dentro de su mente, la que podía expandirse constantemente. Confiaba en que, si fuera capaz de aprender a leer, podría descubrir mejores maneras de amasar una fortuna.

Lucien se motivaba con solo pensar en su futura fortuna. Sintiéndose entusiasmado, jaló su carro hacia el exterior de la ciudad. Sin embargo, también estaba preocupado: a nadie le gustaban las cosas viejas de la basura.

«Solo tengo que ser cuidadoso. Si la pandilla de Aaron se entera de esto, van a exigir más de mí.» Luego de la pelea de Lucien en las alcantarillas, su miedo por este mundo y por pandilleros se redujo. Sabía más sobre cómo pelear que ellos.

Luego de salir del salón, vio a un hombre de pelo plateado caminando sin prisas hacia la asociación.

«¿Rhine? ¿Qué hace él aquí?»

Lucien no pensó mucho en ello. No era extraño que un bardo visitara un lugar tan respetado.

Andre se encontraba en la entrada. Reconoció a Lucien y vio su carro completamente lleno. Solamente le saludó con la mano y le dejó salir.

Aunque entusiasmado, Lucien no bajó la guardia con facilidad. Después de caminar veinte minutos desde el portón, finalmente se detuvo en un lugar tranquilo al lado del río Belem.

Rebuscando entre la basura, obtuvo algunas cosas útiles: La lámpara rota, numerosas piezas de metal oxidadas, ocho plumas gastadas, algunos manojos de papel, etcétera.

Finalmente, halló un encaje negro dañado que olía bien. Parecía ser un velo, el cual podría haber pertenecido alguna vez a alguna música.

Careciendo de ideas eróticas, todo en lo que pensaba Lucien era en el dinero.

«Fue hecho con destreza. Quizá... Quizá puedo vendérselo a un sastre, quien probablemente podría usarlo como decoración.»

Escondió sus descubrimientos en césped, envolviéndolos con algo de papel. Luego, siguió jalando su carro río abajo hasta el lugar en el que se amontonaba la basura.

Estaba sorprendido de que el vertedero era mucho más pequeño de lo que pensaba. El río a su lado estaba realmente limpio. No había nadie más que Lucien allí. Mientras que olía el horrible hedor originado por la basura, empezó a rebuscar nuevamente.

«¿Nadie vive de recoger basura en este mundo?» se preguntó Lucien. «Quizá temen contraer alguna enfermedad.»

Sin embargo, la cartera vacía de Lucien claramente suponía una amenaza mayor que enfermarse, algo que podía o no suceder. Envolviendo su mano con papeles desechados, encontró algunas cosas que probablemente valían unos Fells.

Al ser su primera vez, Lucien fue extremadamente cuidadoso. Escondió una parte de sus cosas y regresó por su paquete de papel. Puso sus hallazgos bajo una sucia bolsa vieja en el carro, intentando aplanarla lo más posible para hacerla pasar por la cubierta del carro.

Finalmente, introdujo los objetos pequeños en su bolsillo.

Fue mucho más fácil de lo que pensaba. Los guardias solo agitaron las manos y le dejaron pasar luego de darle un vistazo.

Cuando estaba jalando su carro hacia Andre y Mag, se dio cuenta de por qué los guardias lo dejaron pasar tan fácilmente. Cubriendo sus narices, ambos fruncieron el cejo cuando lo vieron.

Lucien se alegró de ver esto. Acercó su hediondo carro aún más hacia ellos y habló:

—Soy Lucien. Vengo por mi pago.

Mag retrocedió inmediatamente y sacó el dinero mientras lanzaba maldiciones.

—¡Vete al demonio! Lárgate de aquí con tu apestoso carro.

Andre, con su sonrisa constante, estaba parado aún más lejos.

—Es tu primera vez yendo al río. ¿no? Si te quedas allí hasta que oscurezca, podrías tener suerte. Quizá veas los fantasmas de allí... Ja ja...

Sin preguntar sobre los fantasmas, Lucien se retiró rápidamente con su pago a devolver el carro. No quería tener más inconvenientes.

Él ganó cinco Fells en total por recoger la basura. Sin embargo, sus descubrimientos eran más importantes; con ellos, podría obtener fácilmente cinco Nars.

Luego de regresar a casa, escondió rápidamente el resto de las cosas y se apresuró al mercado.

Quería llevar el velo directamente a un sastre sin siquiera limpiarlo. Se dirigió hacia allá con bastante entusiasmo.

Sin embargo, al llegar al frente de una sastrería, empezó a tener dudas. Probablemente sería regañado o echado antes de poder siquiera abrir la boca. Su rostro estaba enrojecido, como cuando intentó vender cosas en la universidad.

«No seas un cobarde, Lucien. No pienses que es vergonzoso.» Empezó a darse ánimos a sí mismo. «¿De qué te sirve tu dignidad ahora? ¿Puede hacer que tu pan oscuro se vuelva blanco? ¿Puede ofrecerte un filete, bacalao y vino? ¿Puede tu dignidad enseñarte a leer?»

Había pasado por unas cuantas cosas luego de llegar a este mundo. Incluso se había encontrado al borde de la muerte. Así, tomó su decisión rápidamente e ingresó caminando a la tienda con pasos firmes.

Un hombre viejo con lentes estaba sentado dentro. Al notar que Lucien ingresó, le preguntó, confundido:

—¿Sí?

La vestimenta de Lucien demostraba claramente que este era demasiado pobre para siquiera visitar a un sastre costoso.

Sonriendo con gran entusiasmo, él frotó sus manos.

—¡Hola, señor! Tengo un buen encaje negro... Y estaba preguntándome si le interesa...

Antes de que pudiera terminar de hablar, fue interrumpido por el viejo de manera cortante.

—Un buen encaje negro, ¿tuyo? ¡Piérdete, maldito ladrón! —Caminó desde detrás del mostrador y empujó a Lucien hasta el exterior.

—¡Yo, el Viejo Forau, soy un sastre decente! ¡Solamente compro prendas de los Lautsi!

Al ser echado de la primera tienda, Lucien no tuvo más opción que buscar la siguiente. Y esta vez probaría una nueva estrategia.