John se detuvo y se giró hacia Lucien.
—Acabas de lastimarte. Y no has recibido nada de entrenamiento formal. Recuerda, Lucien, no entres en pánico, y no pares de moverte. Cambiaremos posiciones continuamente. No permitas que esos hombres te rodeen. Usa tu garrote para mantenerlos a distancia, para que sus dagas no te hieran. ¿Me escuchaste, Lucien?
John intentó aconsejar a Lucien lo más posible. Estaba preocupado de que pudiera perder el control y realizar un ataque imprudente. Sin embargo, él obtuvo una cantidad decente de experiencia anteriormente.
—No te preocupes, John. He sobrevivido en una invasión a la guarida de una bruja antes.
Escondiendo los garrotes a sus espaldas, ambos se acercaron a Jackson con pasos veloces.
Estaban en una calle bastante concurrida del mercado, a solo diez minutos de uno de los escondites de la pandilla de Aaron. Mercaderes, mercenarios y aventureros estaban reuniéndose allí, por lo que nadie les prestó atención.
El par se miró el uno al otro cuando estaban a solo unos pasos de distancia de Jackson, asintieron y corrieron hacia los pandilleros, sosteniendo firmemente los garrotes en sus manos.
Lucien reconoció al sujeto que lo pateó con fuerza. Sin pensarlo ni un segundo, blandió su garrote hacia la cabeza del matón. Si no tienes entrenamiento ni la fuerza suficiente, solo golpea con todo lo que tengas: eso fue lo que él aprendió.
Antes de que el sujeto pudiera darse cuenta, fue aporreado con rencor en la mandíbula. Entonces, perdió el conocimiento y cayó al suelo directamente.
En el lado opuesto, John se deshizo rápidamente de otro hombre. Al ser un escudero, fue realmente bueno haciéndolo. A pesar de no haber apuntado a la cabeza, su golpe preciso dislocó directamente el brazo derecho de su objetivo.
Dos habían caído. Pero el penetrante grito de uno de ellos alertó a los demás. Jackson se sorprendió, pero sus ojos se llenaron de furia en un instante.
Sus hombres desenvainaron sus dagas. Las afiladas hojas reflejaron la luz de los alrededores.
Los transeúntes empezaron a dispersarse rápidamente, dándoles más espacio para mantenerse en movimiento. Lucien y John corrieron sin cesar en diferentes direcciones. No podían parar. La base de su estrategia era no desperdiciar demasiado tiempo en un único enemigo, con el fin de asegurarse que no serían flanqueados.
El plan funcionó bastante bien: otro más de los matones quedó retorciéndose en el suelo. Sin embargo, también resultaba realmente difícil mantenerse en un movimiento constante.
John estaba conteniéndose. No quería meterse en problemas por herir a alguien seriamente. Sin embargo, su preocupación se convirtió en su debilidad: algunos de los hombres en el suelo seguían en condiciones de pelear, y aprovecharon la oportunidad para sacar sus dagas e intentar apuñalar sus tobillos. Ocupado esquivando sus hojas en el suelo, John no notó que los demás se movieron para rodearlo.
Gracias a sus refinadas habilidades de pelea, él evadió por poco numerosos ataques. No obstante, el círculo de dagas estaba reduciéndose más y más.
Lucien se dio la vuelta para ayudar a John, con su garrote moviéndose en el aire hacia la cabeza de uno de los matones.
—¡Jonny! ¡Cuidado! —Alertado por los otros pandilleros, el hombre llamado Jonny se inclinó hacia adelante con rapidez, evadiendo el ataque de Lucien.
Afortunadamente, eso fue suficiente para John, quien aprovechó ese instante para romper la formación a través del espacio dejado por Jonny. Sin embargo, este último saltó inmediatamente e hizo un movimiento para arrojar su daga a la espalda de John.
«¡Bang!» Antes de que la daga saliera volando de su mano, Lucien golpeó con desdén a Jonny en la columna. Esta vez, él no se retiró corriendo, sino que esperó por una segunda oportunidad para golpearlo.
Súbitamente, una sensación de frío provino desde la espalda de Lucien, y se convirtió inmediatamente en un dolor atroz. Una daga lo cortó gravemente, pero él no entró en pánico. Sabía que John ya no se contendría más.
Un escudero decidido y molesto sería imparable al enfrentarse a un manojo de bastardos de una pandilla. A diferencia de él, John nunca fallaba. Empuñando su garrote con furia, se acercó a apoyar a Lucien.
Al ver el desarrollo de la batalla, Jackson dio un paso atrás y se dispuso a escapar.
—¡Deténganlos, muchachos! —gritó mientras corría.
El resto de sus hombres comenzaron a lanzar puñaladas alocadamente. Las brillantes hojas provenían de múltiples direcciones.
Lucien recibió otro corte en su mano derecha, y su sangre empezó a derramarse inmediatamente. El garrote casi salió volando de su mano.
—¿Estás bien? —John se paró en frente de él, cubriéndolo de los enemigos.
—Estoy bien. —Lucien negó con la cabeza.
—Tenemos que detener a Jackson antes de que traiga refuerzos.
John asintió.
—Recuerda, usa tu garrote para mantener las dagas lejos de ti. ¡Sígueme! —Él soltó otro golpe y empezó a perseguir a Jackson.
El resto de los matones redujeron el paso y no los persiguieron más, pues vieron que Jackson ya se encontraba a una distancia considerable de ellos.
Sin embargo, luego de volverse un supervisor, él ganó algo de peso debido a la falta de ejercicio apropiado. Así, empezó a correr cada vez más lento.
«Sigue corriendo, sigue corriendo... Casi estás allí.» Jackson se motivó mentalmente.
Desafortunadamente, John, un escudero en perfecta forma, tenía otro plan en mente. Redujo la distancia gradualmente y, cuando esta fue la apropiada, lanzó su garrote con toda su fuerza directamente hacia la espalda de Jackson.
Este se sintió como si todas sus vísceras casi hubieran salido por su garganta. Con un quejido ruidoso, cayó al suelo, retorciéndose adolorido. Entonces, una bota de caballero lo pisó fuerte en la espalda. Lucien llegó un momento después, jadeando con fuerza. Estaba más que cansado luego de correr y pelear tanto, debido especialmente a las heridas sangrantes que cubrían su cuerpo. Fue su ira la que lo mantuvo en pie hasta aquel punto.
Antes de que Jackson pudiera lanzar cualquier amenaza, John le dio la vuelta con su bota y apuntó hacia abajo, sonriendo y dando bocanadas.
—Tú primero, Lucien.
—Gracias, amigo. —Luego de respirar profundo varias veces, levantó su garrote bastante alto y le dio un fuerte golpe al rostro de Jackson.
—¡Como te... Auch! —Numerosos dientes salieron volando de su boca. Estaba ahogándose en su propia sangre. Sus oídos estaban zumbando; estaba viendo estrellas.
«Fue un golpe jodidamente fuerte. ¡Malditos bastardos!»
—¿Qué... qué es lo que quieren? —preguntó Jackson, tartamudeando debido a la mezcla de sangre y saliva en su boca. Realmente mareado, escuchó su propia voz como si viniera de otro mundo.
—No queremos nada más que justicia —respondió John con seriedad, alejando la daga de Jackson de una patada.
—Tú golpeaste a Lucien y a mi madre, lo que te hemos hecho pagar. También le robaste y destruiste su hogar. Tienes que compensarlo
—John, si recuerdo bien, tú eres un escudero, ¿verdad? Luchar en la calle... Quebranta tus reglas. No decepciones a Lord Venn, jovencito. —Jackson escupió algo de sangre y continuó con su amenaza—. Has llegado a este extremo... ¿No te importan tu hermano menor y tus padres?
—Supongo que aún quieres más, ¿no? —Lucien llevaba el garrote en la mano.
Frente a esa amenaza, Jackson cerró la boca. Su ira y vergüenza se mezclaron como si estuvieran dentro de una olla de agua hirviendo, quemando su interior hasta las cenizas.