—Dos es demasiado. No puedo terminarlos —lo miró y le dijo.
Lu Yichen sonrió ligeramente y se tocó la nariz de una manera torpe. Entonces dijo con expresión vergonzosa: —En realidad… uno es para mí.
—¿Eh? —Mu Xiaoxiao se sorprendió un poco al pensar en algo. Mientas lo miraba, sus ojos se sobresalieron, y gritó sorprendida—: ¿Podría ser... que los pasteles de fresa que compraste la última vez fueran todos para ti? Pensé…
Pensé que él lo había comprado para su novia.
Pero no pensé que lo compraría para sí mismo.
Era inusual ver que a los chicos les gustara comer postres. Es más, el pastel de fresa era un postre popular entre las chicas jóvenes.
Aunque Lu Yichen parecía avergonzado, aun así asintió admitiéndolo y dijo: —Así es.
Al resolver el misterio, Mu Xiaoxiao se rio a carcajadas. Le dio un pedazo y comenzó a comer jovialmente.
—Deberías comer también. Nunca pensé que tendríamos los mismos gustos. ¿Quizá sea el destino?