—Ay, hermana, esta debe ser la primera vez que tu conciencia abandona tu cuerpo —le habló una bola verde de niebla que salió de la niebla—. Ahora te encuentras en un estado de pérdida de conciencia, así que alégrate de tener al menos una bola de neblina. No te preocupes, cuando se acabe el tiempo, volverás a la normalidad.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Yao Si; se quedó inmóvil, reprimiendo su conmoción.
—También eres una cliente de entrenamiento de los celestiales, ¿verdad? —preguntó la bola verde.
Yao Si asintió, recordando el estado de su bola. Entonces ella preguntó enseguida:
—Sí lo soy; ¡¿ustedes también lo son?!
—Por supuesto —contestó la bola verde rebotando—. ¡Llegamos aquí antes que tú para recibir el don!
¿Don? ¡Esa palabra le sonó como un dolor de muelas!
—¿De verdad la bandera devoradora de almas es el don que mencionaron?
—¡Sí!
—¿Dónde estamos ahora?