Lu Ren sintió que su carrera política había llegado a su fin. ¡No! Siendo serios, es probable que toda su vida también se había terminado.
Había ofendido a una vampira, una de sangre joven, una que aún estaba en su primera etapa.
¿De qué especie eran los vampiros? Habían existido desde el inicio de la historia escrita. La Unión Galáctica se había separado y se había restablecido múltiples veces. Cada especie se había destacado y luego extinguido. Sin embargo, los vampiros seguían siendo una especie que continuaba prosperando.
Toda la galaxia sabía que la especie con la que nunca se debía tener problemas era con este grupo de eternos vampiros. El terror que infundían no se debía a su valeroso físico ni a su capacidad de autocuración que desafiaba a la naturaleza, tampoco a sus habilidades especiales siempre cambiantes que todos lograron despertar, sino a un rasgo de su especie que nunca debería haber existido: ¡eran inmortales!
¡Sí, inmortales! Sin importar el tipo de lesiones que sufrieran, incluso si eran destrozados con cañones cuánticos, podían regresar después de algunas décadas si fueron enterrados bajo tierra o dejados en agua. Este tipo de rasgo de la especie era casi similar a un error informático en la galaxia.
Solo piensen, ¿quién puede luchar contra personas que no pueden morir? Por eso, por primera y única vez, todas las especies galácticas llegaron a un consenso colectivo. ¡Nadie debía meterse con los vampiros!
Y si había un delito más serio que ofender a un vampiro, ese sería ofender a un vampiro joven. La población de vampiros no era numerosa, y en toda la galaxia no existían más de unos pocos millones de ellos. A partir de esta situación, se deriva en otra de sus características; sin importar qué, se concentraban en una cosa: proteger a los más débiles.
Incluso si algún vampiro joven hacía algo malo, entonces... ¡debía ser culpa de alguien más!
Lu Ren podía recordar que hace unos cientos de años había ocurrido un incidente. Una persona había herido a un vampiro joven, y por ello, su pueblo sufrió un genocidio como represalia. Una especie que floreció en un principio era ahora una de las que se encontraba en peligro de extinción en la galaxia.
Lu Ren miró el resultado de la prueba genética, la palabra "vampiro" casi enceguecedora. Sintió que su corazón se llenaba de desolación.
Todo había terminado, todo. Estaba muerto.
¡Qué importaba el plan de terminación de planetas, la Unión Galáctica, el motivo o la moral! Todos estos eran malditos disparates ante los ojos de los vampiros. ¡Había ofendido a una vampira, una de sangre joven!
"¿Qué debo hacer? ¿Qué debo hacer?".
—¿Ya se contactó con el planeta rojo?
Lu Ren era como una hormiga en una sartén caliente, moviéndose por ahí sin rumbo en la sala de control.
—Comandante, ha preguntado eso unas treinta veces. Ya los hemos notificado por la mañana.
—¿Enviaron a alguien? ¿Dijeron algo?
—El equipo de asistencia ya se ha ido. Quizás lleguen pronto.
—¿Y la señorita Yao? No, la honorable vampiresa. ¿Se ha arreglado todo? ¿Hizo algún comentario? ¿Algo le disgustó? ¿Dijo algo, en especial con respecto a mí?
—Comandante...
El subcomandante dejó escapar un largo suspiro. Aferrándose al comandante que estaba en muy alterado, le sugirió:
—Necesita calmarse.
—Dígame, ¿cómo puedo estar tranquilo?
Lu Ren estaba a punto de estallar en llanto. Agarró las manos del subcomandante y continuó:
—Wang, míreme otra vez mientras pueda. Tal vez no pase mucho tiempo antes de que yo también me convierta en una especie en peligro de extinción. Será difícil que me vuelva a ver.
La boca del subcomandante Wang temblaba.
—Comandante, ambos somos de la misma especie.
—Cierto, sí.
Lu Ren fue tomado por sorpresa, y su expresión lucía aún más preocupada. Agregó:
—De ahora en adelante, ambos somos parte de las especies en peligro de extinción.
El subcomandante Wang se quedó sin palabras. Se quedó de pie en un incómodo silencio, suspirando por enésima vez. "Si hubiera sabido que las cosas resultarían así, ¿habría actuado de manera diferente?".
—Comandante, no creo que la señorita Yao sea una de esas vampiras irracionales. Recuerde que, hace unos días, ¿no estaba haciéndose amiga de la Dra. Wang? —dijo analizando la situación—. Además, antes estaba cumpliendo con su deber. Ahora que se esclareció el malentendido, ella lo entenderá.
—¿Es verdad lo que dice? —preguntó Lu Ren cuyos ojos brillaron con esperanza.
—Comandante, si todavía está preocupado, ¿por qué no le pregunta usted mismo a la señorita Yao?
—¡Sí, sí!
Lu Ren por fin dejó de deambular sin prestar atención. Su rostro lució más tranquilo una vez que llegó a una solución.
—No puedo quedarme aquí y perder más tiempo. Debo apresurarme y comenzar a adularla. De esta manera, tal vez mi especie aún tenga alguna posibilidad de redención.
Cuando terminó de hablar, Lu Ren abrió la puerta y se precipitó como loco hacia la sala VIP. Esa velocidad era como... si él fuese un poquito más lento, el mundo terminaría.
Mientras tanto, Yao Si era trasladada a la sala VIP.
—...
El mundo había cambiado demasiado rápido. Ella necesitaba algo de tiempo para arreglar su memoria.
Podía apenas deducir que, en esta era galáctica, la existencia de los vampiros ya no era un secreto y que su posición social no era demasiado baja en la jerarquía. Es por eso que todos tuvieron un cambio tan drástico de actitud hacia ella cuando se enteraron de quién era.
Pasó de ser una polizona que había ingresado en la Tierra de forma ilegal a convertirse en la huésped de honor de la estación espacial. Esta transformación había sido demasiado rápida. Incluso su habitación en la enfermería había sido trasladada a la llamada sala VIP de más alto nivel. La cantidad de cuidadores que tenía había aumentado. Al principio solo contaba con la Dra. Wang, pero ahora un grupo de doctores liderado por la doctora cuidaba de ella.
También le habían informado que se habían contactado con el nuevo planeta en el que ahora los vampiros vivían y pronto enviarían a alguien a recogerla.
Ya no tenía que abrir la boca para pedir nada; otras personas se encargaban de todo. Se habían vuelto muy cálidos con ella.
Pero... ¡esto era demasiado exagerado!
—Honorable vampiresa.
La cara seria de Lu Ren se encogió de manera brusca como un crisantemo. Sonreía de manera vivaz cuando le pasó una copa que contenía un líquido rojo.
—Se trata de sangre fresca extraída de una bestia galáctica de la galaxia B en la zona S, cien por ciento orgánica y libre de contaminación. Fue transportada utilizando el agujero de gusano que permitía el viaje superluminal más rápido. ¿Le gustaría probar?
—Mmmm... ¡Sí, gracias!
Yao Si tomó la copa en sus manos. El líquido dentro de la copa brillaba como un rubí. Su aroma era capaz de competir con el de la sangre de pato. Sin embargo, no podía tolerar beberla porque era la bebida número 37 que el comandante Lu le había enviado.
No importaba lo deliciosa que fuera, ya no podía beber más.
Ella no sabía por qué este comandante estaba perdiendo la cabeza. Tres horas antes, él había ido hasta ahí sin una sola advertencia, y ahora como una criada, se había ocupado de ella. Ni siquiera podía rechazarlo. Si lo hiciera, lloraría como un anciano allí mismo en el acto, como si ya no tuviera nada que esperar en la vida.
Hacía poco, Yao Si había mencionado de forma involuntaria que tenía hambre, por lo que le enviaron varias comidas. Era como si el más mínimo descontento le costaría la vida al comandante. El servicio fue tan hospitalario que hizo que sospechara si la persona que tenía delante era en realidad la misma que el hombre serio y severo que había visto antes.
—¿Qué sucede, mi honorable vampiresa?
Cuando Lu Ren se dio cuenta de que Yao Si no estaba bebiendo, se puso tenso de inmediato, e incluso su respiración se volvió irregular a causa de la ansiedad.
—¿Esta comida no-no le agrada?
Al observar su rostro envejecido que estaba a punto de romperse en mil pedazos, Yao Si no tuvo más remedio que respetar al anciano. Ella se esforzó y bebió un sorbo.
—No, es delicioso —dijo ella.
—Eso es bueno; es excelente.
Lu Ren finalmente dio un largo suspiro. Con la misma sonrisa de antes que lucía como un crisantemo, le sugirió:
—Si quiere, me pondré en contacto con el planeta W y le reservaré la mejor parte. Espero que haya tenido una estadía satisfactoria y cómoda en nuestra estación espacial número 333. Somos responsables de su satisfacción.
Su sonrisa era cada vez más radiante. Ante la mirada de Yao Si, el comandante solo tenía que agregar una frase más antes de que él se convirtiera en su empleado, y esa frase era "¡Por favor, deje un buen comentario, querida!".
—¿Acaso ustedes reciben una comisión de bonificación si un vampiro les brinda una crítica positiva? —preguntó sin poder contener su curiosidad.
—…
Lu Ren estaba pasmado. Le tomó unos segundos antes de que pudiera responder con una sonrisa.
—Debe estar burlándose de mí. Es un honor para mí conocer a una vampira distinguida como usted. Eso es todo.
—Ah...
Ella acarició la copa y luego se sinceró:
—Pensé que necesitaba mi ayuda para algo.
¿Se había equivocado? ¿Un comandante como él se pasó tanto tiempo protegiéndola allí porque era un fanático?
—En realidad, hay una pequeña cosa...
Lu Ren apretó los dientes y decidió decirlo.
—Necesito pedirle un favor.
¡Así que algo se traía entre manos!
—¿Qué será?
—Es sobre el malentendido que tuvimos...
Su corazón ahora colgaba justo a sus pies, apenas sobre el suelo. Mientras examinaba las expresiones de Yao Si, le habló con delicadeza:
—Como estación espacial, debemos cumplir con deberes, y nos equivocamos al haberla confundido con una intrusa.
—¡Ah, ese es el asunto!
Si él no lo hubiera mencionado, ella ya lo habría olvidado.
—¡Sí!
La sonrisa de Lu Ren se volvió aún más cautelosa.
—Como usted puede ver, la galaxia es muy grande. Una pequeña estación espacial como la nuestra rara vez tiene la oportunidad de conocer a una distinguida vampira como usted. No hemos recibido ninguna notificación de antemano de que alguien estaba hibernando en un planeta destinado a su terminación. Eso fue lo que causó el malentendido.
—Sí.
Todo resultó ser solo una coincidencia, entonces ¿por qué lo mencionó?
—¿Y?
—Así que ya ve... —le respondió dando un paso adelante—. ¿Podemos hacer como si esto nunca hubiera sucedido?
¡Había pasado tres horas atormentado como si tuviera epilepsia porque temía que ella se quejara cuando regresara con los suyos! ¿En serio importaba si ella lo hacía responsable o no?
Yao Si no tenía idea de las estrategias diplomáticas, pero al ver que tenía una mirada de desesperación en su rostro, tal vez era muy grave tratar a un vampiro de manera injusta. Sin embargo, dado que este asunto era un malentendido, a ella de verdad no le importaba, así que asintió.
—Que su corazón se quede tranquilo, comandante. Este problema, por supuesto...
Antes de que Yao Si pudiera terminar su oración, una voz fría de pronto la interrumpió.
—¡Por supuesto deberá aclararse!