—Presidenta, ¿estás bien?
Bai Yi la miró, y luego suspiró aliviado cuando confirmó que estaba bien.
—Ja, ja, ja, ja, ja... ¡Nunca imaginé que podías actuar tan bien! ¡Nada mal! Le doy 101 puntos a tu desempeño; ¡ese punto adicional es para que alardees! —continuó Bai Yi y le dio una palmadita en el hombro con indiferencia—. Incluso hasta pudiste asustar al pervertido de Lu hasta ese punto. ¡De verdad, nada mal! ¡Estoy totalmente convencido de tus poderes, presidenta!
—¡Bai Yi! —exclamó Gu Shucheng e hizo un esfuerzo para sentarse mientras miraba para advertirle—. Cuida tus palabras.
—¿Qué hice?
El sobrino Gu lo ignoró y se volteó hacia Yao Si.
—Gracias, su alteza...
—No es nada.
Yao Si lo miró por un largo rato. Por suerte, había empezado a curarse después de que Luo Ying lo bajó. Su incapacidad para sanar de antes debe haberla causado algún medicamento.