Los dos Zergsque colgaban del techo de la cueva cayeron de golpe.
"¡Bum!"
Cuatro enormes garras con forma de hoz se enterraron en el suelo, haciendo que volaran piedras por toda el área. Wang Zheng ya había saltado hacia atrás. Era una sensación conocida: piedras y arena llovían sobre él. ¡De hecho, se sentía más real!
"¡Zum!"
El cuchillo de aleación se clavó en la cabeza de un Zerg. Los otros se acercaron sacudiendo sus garras en el aire. Wang Zheng brincó y cruzó entre las hoces. Con cada uno de sus movimientos, caía otro Zerg. No les daba la oportunidad de luchar o contraatacar.
Los Zergs eran tenaces, e incluso esos "domesticados" eran feroces y aterradores. Los ataques debían ser precisos y tener suficiente fuerza para asesinar.
En un momento, los cinco Zergs habían caído al suelo, pero Wang Zheng seguía de pie, aparentemente relajado y vigilante.