Li Yuren tarareó pero no se molestó en comentar lo que dijo su madre. Lo que ella dijo no estaba mal. Durante los desafíos salvajes de su clase, tuvo la oportunidad de probar uno de sus platos que dejó una buena impresión no solo en su lengua sino también en su mente.
Mirando hacia la pantalla gigante, vio la cara de Lu Xinyi con una sonrisa brillante. Su sonrisa era tan cálida que parecía derretir no solo la nieve del exterior sino también a un frío corazón. No es de extrañar que Shen Yi insistiera en mantenerla a su lado.
Shen Yi, por Lu Xinyi, nunca fue reacio a hacer nada.
Desde el momento en que Lu Xinyi apareció en la pantalla, Shen Yi observó atentamente la expresión de su esposa. En sus ojos tranquilos, había un rastro de orgullo y alegría que solo le daba a su esposa. Seguía siendo la misma chica que proyectaba una luz blanca de luna sobre su joven corazón.
