Ya era la hora. El momento indeseado que Shen Yi sabía que llegaría tarde o temprano. Tenía que despedirse de la única que persona que le importaba después de mucho tiempo de estar solo; de la única persona con la que se sentía feliz.
Mientras veía el auto de Shen Xue alejarse con su esposa en él, se preguntó cómo se suponía que viviría sin sentir que había perdido una parte de él.
Sacudió la cabeza y se rio por dentro. Lu Xinyi solo se iba a estudiar. En realidad, no se iría para siempre. Recordó todas las veces en que solo hablaban y reían y hacían cosas normales que la gente normal hacía.
Ella lo hacía olvidar que era la cabeza de una compañía famosa. Lo trataba con normalidad. A sus ojos, él solo era Shen Yi, su esposo. No era el infame presidente del Grupo Shen al que la gente no se atrevía ni alzar la voz.