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Chapter 20 - Capítulo 20: Shen Yi fue derrotado

Esto era algo que Lu Xinyi no esperaba de él. Claro, era el presidente de una compañía muy conocida, pero ella nunca pensó que Shen Yi optaría por vivir una simple (pero enorme) casa de dos pisos en lugar de tener un penthouse privado como el resto de los CEOs y presidentes.

Al entrar en su casa, fueron recibidos por dos enormes perros de raza akita en la sala de estar. Shen Yi se olvidó totalmente de ellos, temió que no aceptaran a su esposa. Para su sorpresa, Lu Xinyi chilló de alegría cuando vio a los perros y esperó a que percibieran su aroma para que se familiarizaran con ella.

Observó cómo los dos perros se movían y rodeaban a Lu Xinyi antes de que ella se arrodillase frente a ellos y levantase la mano. Ella no se movió. Esperó a que los perros la consintiesen y les permitió dar el primer paso para acercarse a ella.

Uno de los perros se acercó a su mano y le dio una rápida olfateada antes de frotarse el hocico en esta. Lu Xinyi se rió y distraídamente rasguñó al perro en las orejas. El otro perro, que parecía celoso de la atención que su hermano estaba recibiendo por parte de Lu Xinyi, le dio un empujoncito a la mujer en su brazo para que ella pudiera darle una palmadita en la cabeza como si él fuese un buen chico.

Shen Yi no sabía cómo reaccionar. ¿Cómo era posible que sus perros, quienes apenas prestan atención a otros humanos, aceptasen a Lu Xinyi tan fácilmente? Peor aún, ¡era su propia noche de bodas y estos perros tenían la completa atención de su esposa! ¡Imperdonable!

El pobre Shen Yi fue superado y derrotado por sus propios perros.

—¿No habías dicho que tenías hambre? —preguntó, tratando de recuperar su atención y guiándola a la espaciosa cocina que apenas usaba cuando estaba en casa.

—Oh, cierto. ¿Qué tienes ahí dentro?

Hambrienta, la mente de Lu Xinyi le hacía recordar acerca de la comida que buscaba, siguiendo a su esposo. Ella dejó escapar un fuerte chillido cuando vio que estaba en sus brazos mientras él la levantaba. Inconscientemente, ella envolvió sus brazos alrededor de su cuello mientras él la llevaba a la cocina.

Su rubor regresó con mucha fuerza cuando notó que Shen Yi hizo toda la parafernalia de llevar a la esposa en brazos durante la noche de bodas.

Noche de bodas.

—Mierda —Lu Xinyi se maldijo a sí misma. Olvidó que esa noche era su noche de bodas. Realmente deseaba que él no le pidiera que tuvieran relaciones esta noche, no estaba lista para eso. Ella solo admitió que se sentía atraída por él, pero eso no era suficiente para que ella cayera sobre sus sábanas y tuviesen intimidad.

Shen Yi hizo que ella se sentara en el mostrador mientras él tomaba algunos ingredientes de su refrigerador para hacerle un sandwich. Luego le dio una botella de agua mientras que preparaba la comida.

Sus perros los siguieron a la cocina y esperaron a que Lu Xinyi jugara con ellos nuevamente. No eran conscientes del mal humor que le ocasionaban a su dueño.

—¿Tienen nombres? —le preguntó a Shen Yi. Se encogió de hombros, sin inmutarse acerca de los traidores que intentaban alejarla de su esposo.

—No, no tienen. Puedes ponerles nombres si quieres.

—¿De verdad? —su sonrisa se ensanchó. Nunca antes había tenido una mascota porque sus arrendadoras no le permitían tener una. Incluso Gong Yijun no le permitió adoptar una aquella vez que visitaron un refugio animal.

—Sí, ambos son machos. Y ahora que vivirás con nosotros, será tu responsabilidad cuidarlos —agregó.

Lu Xinyi chilló más fuerte y saltó del mostrador, dándole un fuerte abrazo a Shen Yi. Él se quedó congelado, con una espátula en la mano. Su sandwich quedó olvidado en el mostrador.

—¡Sí, sí! ¡No hay problema! ¡Dios mío! Tendré dos bebés —dijo ella antes de soltarlo e ir a rascarle el hocico a los perros.

—¿Bebés? ¿Bebés de ella o bebés de ellos? —se preguntóél.

Ella era tan extraña. La mayoría de las mujeres se asustarían si vieran a dos perros tan grandes como los suyos, pero Lu Xinyi ni siquiera se inmutó cuando los vio.

—¿No les tienes miedo? —preguntó. Su curiosidad le ganó.

Lu Xinyi se rió cuando uno de los perros le dio un baboso beso en la mejilla.

—¿Por qué debería? ¡Son muy lindos, y su pelaje es taaan suave!