—Eres un buen cocinando. ¿Por qué no intentas tomar cursos culinarios? —preguntó Shen Yi.
Él no la estaba mirando, estaba ocupado comiéndose su arroz frito. Ah, si Lu Xinyi podía cocinar algo como esto, ¿qué otras cosas podría cocinarle? Sus palillos se detuvieron en el aire cuando cayó en cuenta de algo. Lu Xinyi había hecho esto para Gong Yijun en el pasado.
Pero ya no más, Lu Xinyi no volvería con ese hombre.
La sonrisa de Lu Xinyi se desvaneció, Shen Yi sintió que había hecho la pregunta equivocada.
—Oh, envié mi solicitud de ingreso a la Academia Silver Leaf hace dos meses, pero no me han confirmado el cupo.
¿Academia Silver Leaf?
¿No era esa una de las escuelas culinarias más prestigiosas del país? Además, era bastante costosa y los exámenes de ingreso eran difíciles de aprobar.
Shen Yi bajó sus palillos y miró a su esposa. No le costaría nada conseguirle un cupo, pero no estaba seguro de si a ella le gustaría esa idea.
—Shen Yi, sé lo que estás pensando —dijo Lu Xinyi con amargura.
—Incluso si pudiese conseguirte un cupo para el examen, todo dependerá de si eres capaz de hacerlo o no.
—Lo sé.
Lu Xinyi respiró hondo. Ella ya se lo esperaba. Cuando envió su solicitud al mismo tiempo que Meng Jiao, no tenía la esperanza de que la academia le diera una oportunidad. Planeaba solicitar una beca si es que alguna vez la aceptaban.
Eso no significaba que a ella no le afectase cuando vio que Meng Jiao recibió su carta de aceptación un mes después de enviar la solicitud. Estaba destrozada, pero también estaba feliz de que Meng Jiao pudiera entrar.
Comieron en silencio. Lu Xinyi, quien solía ser un caja parlanchina durante sus comidas, no se inmutó. Estaba contenta de que, a pesar del hecho de que no se habían casado por amor, Shen Yi se preocupaba por ella.
Después de terminar silenciosamente su desayuno, Lu Xinyi llevó los platos al fregadero.
—No tienes que hacer eso —escuchó la voz de Shen Yi que venía de la sala de estar.
Siguiendo la voz, Lu Xinyi lo encontró tratando de ajustar su corbata sin éxito. Gruñó, irritado de no poder atarse una corbata mala. Estaba un poco gruñón, y parecía que estaba a punto de destruir su pobre corbata.
—Madame Jin vendrá en cualquier momento. Es nuestra ama de llaves, y está encargada de mantener todo limpio y asegurarse de que los perros coman en el momento adecuado —explicó Shen Yi antes de rendirse y tirar su corbata en el sofá.
—Estúpida corbata —murmuró en voz baja. Había intentado hacer que funcionara varias veces antes, pero siempre fallaba.
—Así lo veo. —Lu Xinyi debería recibir una medalla por controlar la risa al ver la cara de su marido. Nunca pensó que una corbata fuera uno de los enemigos mortales de Shen Yi.
—¿Un presidente que no podía atarse la corbata? —bromeó mientras recogía la corbata desechada en el sofá.
—No me gustan, y prefiero no usarlas —admitió.
—Entonces, ¿por qué la usas hoy? —preguntó Lu Xinyi, dando un paso delante de él, comenzando a arreglarle el collar. Ella lo volteó con experticia, le alisó la tela a lo largo de su cuello y comenzó a arreglarle la corbata para. Se tomó un momento, haciendo un nudo perfecto con su corbata.
—Una reunión importante esta tarde.
Shen Yi la miró en silencio, apreciando que no le costara adaptarse a su nueva vida como su esposa.
Gong Yijun, eres un tonto por abandonar a Lu Xinyi por una ramera. Pero está bien, ahora ella es mía.
Su mano se acercó a la pequeña espalda de ella, acercándola más a él. Los ojos de Lu Xinyi se ensancharon ligeramente antes de agudizarse por sus bromitas. Apretó un poco la corbata.
—Cariño, ¿acaso intentas matarme? A Shen Yi no se inmutó ante la mirada de Lu Xinyi.
Lu Xinyi ajustó la corbata correctamente antes de soltarla.
—Por supuesto que no, querido. Sin embargo, seré cautelosa donde ponga mis manos
Pero Shen Yi se negó a liberarla de su abrazo.
Luego pasó sus manos por su abrigo, deshaciendo los botones que él se había abotonado mal.
—¿Qué planes tienes para hoy? —preguntóél.
—Hmm...iré a la pastelería Amusing Plate a renunciar, y probablemente tendré que hablar con mi ex-mejor amiga. —Satisfecha con su trabajo, levantó la vista y le guiñó un ojo.
Lu Xinyi podría haber jurado que se sonrojó un poco, pero Shen Yi se apresuró a ocultarlo.
—Tengo un teléfono; tú tienes un número telefónico. ¿Puede pensar en las posibilidades? —él sonrió mientras ella revoleaba los ojos. Shen Yi volvió a lo mismo.
—Tengo una sandalia; tú tienes una cara. ¿Puedes pensar en las fatalidades? —replicó Lu Xinyi. Su cara humeaba por la rabia.
—Oye, realmente no tengo tu número, y lo necesito —dijo Shen Yi riéndose—. Pero eres buena. Estás aprendiendo bien de mí—agregó dándole unas palmaditas en la cabeza.
—Sí, sí. Eres un buen maestro, mi amor
Se perdieron en sus propios mundos, no oyeron la puerta principal abriéndose. Una mujer mayor miraba como ellos bromeaban. Estaba estupefacta ante la escena frente a ella. Sólo cuando su bolso cayó al suelo, la pareja notó su presencia en la puerta