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Chapter 3 - Capítulo 3: La Mano Derecha

—¿Qué está pasando hoy?

Después de escupir con desdén, Fario no podía evitar sentirse confundido.

Agitaba el contrato en su cara, pero el niño no comenzó a hablar rápidamente

sobre él o rogar por una extensión. Estaba allí sentado, sin preocupaciones. Lo

estaba mirando de una manera muy extraña.

Su mirada no era aquella que uno le daría a un acreedor, sino la que uno usaría

para mirar con desprecio a un ridículo payaso.

Fario quería gritar amenazas despiadadas para acobardar a este niño y reducirlo a

un desgraciado que comenzara a rogar nuevamente. Pero por algún motivo, las

palabras que quería decir estaban atascadas en su garganta. Lo más increíble era

que, de pronto, tenía la necesidad de recomponerse al ver a su sobrino en

persona después de tanto tiempo.

—No es tan importante —logró decir finalmente—. En cualquier caso, pagarás tu

deuda hoy o usarás tu casa para saldarla. De lo contrario, le entregaré este

contrato a la cámara de comercio de La Ciudad de Mil Velas. ¡Veremos quién se

atreve a negociar con tu cámara de Oro Destellante después de eso!

Sus palabras provocaron que el mayordomo palideciera de preocupación.

La amenaza de Fario era verdaderamente atroz. La cámara de comercio Oro

Destellante estaba en un estado penoso y hasta sus propiedades habían sido

incautadas para pagar sus deudas, pero el mayordomo sabía que la situación era

temporal. El viejo maestro había cultivado conexiones y forjado su reputación por

décadas. Esto no sería arrebatado por un mero accidente marítimo. Siempre y

cuando la cámara tuviera algo de tiempo, saldría de este predicamento. Incluso si

no fuera capaz de recuperar su gloria pasada, aportaría lo suficiente para que el

joven maestro no tuviera que preocuparse por comida o ropa. Quizás hasta sería

posible que retomara sus estudios mágicos y algún día se convirtiera en un

verdadero mago.

De ninguna de las maneras podían permitirle llevar el contrato a la Unión. La

cámara de comercio necesitaba su reputación intacta para sobrevivir. Si la Unión

tomase una decisión en el asunto, tendría un efecto negativo en ella y propagaría

dudas.

La cara del anciano estaba blanca y, su mano derecha, que había estado jalando

la manga de Fario, comenzó a temblar.

Extrañamente, Lin Yun continuaba estando relajado, como si no hubiese

escuchado la atroz amenaza. Bromeó con el mayordomo: —¡Te dije que el tío

estaba preocupado por nosotros! Mira, ya está preocupado por si nadie quiere

hacer negocios con nosotros.

—¡Joven maestro, está burlándose! —dejó escapar, con una mirada consternada.

Lin Yun sonrío, pero no dijo nada más. Respetaba al mayordomo. Quedarse en la

cámara Oro Destellante a pesar de estar derrumbándose a su alrededor y hacer

su mejor intento para defender a Mafa Merlín iba mucho más allá de sus deberes.

—Bien, niño. No seas hipócrita y te hagas el indiferente. ¡Todavía tenemos que

hablar de negocios! —Incluso teniendo piel gruesa, Fario no podía evitar enojarse

ante la burla sarcástica de Lin Yun—. ¡Ya viste el contrato!, ¡tu padre recibió 8000

unidades de oro de mí! Te doy dos opciones: o pagas directamente ahora o usas

tu casa como pago. Tengo otros asuntos que atender así que no me hagas perder

el tiempo.

—La casa es un rotundo no —respondió Lin Yun—. ¡Tu precio es demasiado

justo! Temo que pierdas dinero. En su tiempo, la casa se habría comprado por

unas 100 000 unidades, así que usarla como pago de una deuda de solo 8000

unidades de oro era bastante «justo».

La expresión de Fario era asesina. Ignoró el sarcasmo de Lin Yun e insistió:

—¿Así que pagarás directamente en oro?

—Pagar con monedas de oro no es imposible... —comenzó a decir Lin Yun, antes

de perder el hilo.

—¿De verdad quieres que te devuelva el oro? —cuestionó. Esta respuesta

superaba las expectativas de Fario. Estaba muy aturdido y confundido. Toda la

ciudad sabía que tras el accidente en el mar, la cámara de comercio Oro

Destellante estaba en números rojos. La casa que Locke Merlín dejó había sido

completamente vaciada por los familiares de las víctimas y no quedaba ni una rata

a la vista allí. ¿Cómo conseguirían el dinero?

¡De ninguna manera, era imposible!

Fario tosió, intentando mantener la calma. —Eso está bien, querer pagar la deuda

es lo más apropiado. Son 8000 en total. Consíguelas.

—No hay inconveniente en devolver el dinero. Pero, tío Fario, apenas he vuelto

hace unos días, ¿podrías darme algo de tiempo para entenderlo todo? Si no,

¿cómo sé que alguien no intenta estafarnos? Oh, disculpa tío, no quería sugerir

que eres un estafador.

—¿Te estás burlando de mí? —Fario tenía una expresión desagradable al

escuchar eso. Le dio una mirada furiosa antes de gritar con su voz de pato—.

¡Jimmy! Ven aquí, rápido.

Poco después de su llamada, varios hombres diabólicamente robustos entraron.

Su líder era un hombre calvo con una cicatriz larga en su rostro y una ominosa

mirada chispeante.

—¡Fario!

Cuando vio el grotesco grupo de hombres abriéndose camino, la expresión del

mayordomo empeoró y, sin importarle su avanzada edad, se interpuso en su

camino. —Has ido demasiado lejos. Fuiste bien tratado en el tiempo del Maestro y,

por solo 8000 unidades, contrataste a esta clase de personas.

El anciano había vivido en la Ciudad de Mil Velas por décadas, ¿cómo no iba a

saber quiénes eran estos personajes? Eran viciosas sabandijas, en especial ese

Jimmy. Vino de un grupo clandestino conocido como el «Escorpión Rojo». Se

desempeñaba como prestamista y matón por contrato desde hacía años. Más de

una docena de personas había muerto a sus manos, para servir como ejemplo

para aquellos que pensaran en no pagar.

—¡Vete de aquí, vejestorio! —ladró Jimmy. ¿Como podía Jimmy apuntar contra el

anciano? Aun habiendo sido contratado por Fario por una suma exorbitante. Tras

entrar por la puerta, derribó al mayordomo.

Luego caminó casualmente hacia Lin Yun y preguntó: —¿Tú eres ese niño, Mafa

Merlín?

—¿Era la mano derecha? —Lin Yun preguntó de forma críptica.

—¿Qué?

—Estoy hablando de la mano que usaste para empujar al anciano. Fue la mano

derecha, ¿verdad? —explicó con calma Lin Yun.

—¡Maldito, deja de decir idioteces!

Jimmy era un prestamista, había visto toda clase de deudores. Después de tantos

años de trabajo, ya había entendido que la recolección de deudas era un trabajo

perverso y despiadado. Debía aplicar la presión suficiente para lograr que la

víctima entregara el oro.

Sería lo mismo esta vez.

Quizás fue porque la pregunta de Lin Yun le había distraído, pero Jimmy sentía

que había perdido credibilidad, así que abofeteó al arrogante joven con su mano

derecha.

Lin Yun ni siquiera pestañeó y atrapó su mano en el aire mientras preguntaba con

calma —¿Qué tal a término medio?

—¿Qu...? ¿Qué?

Inmediatamente hubo un grito estremecedor.

El hedor a carne quemada se dispersó por el aire, y pronto, toda la habitación

estaba saturada del olor. Para la sorpresa de todos, la mano derecha de Jimmy

había sido envuelta en llamas incontrolables en solo segundos.

No muy crudo ni muy cocido. A un perfecto término medio.

Un hombre en la posición de Jimmy no era débil. En su tiempo con el «Escorpión

Rojo», incluso se había deshecho de un mago. De otra manera, jamás hubiera

podido crear tal reputación como un vicioso prestamista en la Ciudad de Mil Velas,

un lugar donde convivían dragones y serpientes.

Fue mala suerte que hubiese conocido a Lin Yun, alguien que en solo minutos era

capaz de formar su remolino de maná, un monstruo con una destreza equiparable

a la de un mago experimentado. Aunque era solo un mago de nivel 1, la realidad

era que ni diez Jimmys hubieran sido suficientes para enfrentarlo. Había una

diferencia de miles de años entre ellos. No era algo que se pudiese compensar

con esfuerzo.

Lin Yun ni siquiera usó un encantamiento e inmediatamente invocó un hechizo de

«Manos en Llamas», ocupándose del famoso canalla de la Ciudad de Mil Velas.

Al liberar la mano quemada, Lin Yun actuó como si no hubiera oído el alarido

desgarrador y solo miró a Fario, con una sonrisa calmada en su cara.

Fario se congeló. Sus ojos estaban en blanco, su boca abierta y su cara gorda con

una expresión de incredulidad. —E... Es... Esto…¡Esto no es lo que planeé! Los

eventos deberían haber comenzado con Jimmy entrando, golpeando un poco al

niño y terminado con el niño rindiéndose y entregando la escritura. ¿Cómo ha

podido ocurrir esto?

Había confiado mucho en Jimmy, pero ahora la sabandija yacía en el suelo,

cubriendo su mano derecha quemada y aullando de dolor. Mientras tanto, su

sobrino, que imaginó que entregaría la escritura derramando lágrimas penosas,

estaba parado ahí de manera casual, todavía mirándolo con esa extraña sonrisa,

Esa sonrisa... Un momento, ese niño le sonrió a Jimmy de la misma manera que

ahora. Fario se estremeció cuando ese pensamiento cruzó su mente y se

tambaleó algunos pasos hacia atrás. —¿Qué intentas hacer?! ¡Deberías saber

que soy tu tío! Si te atreves a lastimarme yo...

—No digas tonteras, tío Fario. ¿Cómo podría tener tiempo para intentar

lastimarte? Estoy muy ocupado —concluyó Lin Yun y siguió de largo para ayudar

al anciano mayordomo y revisarlo. Tras confirmar que solo tenía algunos

moretones, se volvió hacia Fario—. Ven a buscar tu dinero en tres días.

Fario sintió que le habían dado una segunda oportunidad en la vida. Caminó

tropezando hacia la puerta y cuando alcanzó el arco, recuperó algo de coraje y no

olvidó decir unas palabras de despedida. —Bien. En realidad te has hecho mayor

y ni siquiera miras a tu tío. Vendré a buscar el dinero en tres días y veré si me lo

devuelves entonces...