Mirando a la joven que sonreía ingeniosamente y mirándolo con orgullo, Rhode se quedó completamente sin palabras. Extendió su mano y sostuvo su frente con impotencia. No solo le dolía la cabeza, sino que su estómago empezaba a revolverse...
—Bienvenida de nuevo, Su Alteza Erin. Me alegro de que esté a salvo.