—Esto es...
Sábana Santa Roja se puso de pie. Levantó la cabeza con asombro y miró las gigantescas alas expandidas que envolvían casi la mitad del cielo. El poderoso y omnipresente prestigio del dragón era tan poderoso que ni siquiera ella pudo evitar temblar. Eso era distinto al aura de los demonios que eran «oprimidos por la clase social». En cambio, era más como una fuerza pura y masiva, como si pequeños humanos estuvieran de pie en la orilla y fueran testigos de un tsunami que se estrellaba contra ellos. Aparte de lamentar el majestuoso poder de la naturaleza, no podían ni siquiera escapar. La fuerza y la presencia eran tan fuertes que ni siquiera los demonios eran lo suficientemente valientes para dar un paso al frente precipitadamente. Tal vez resoplaron con desdén a la «clase social», pero sabían claramente que debían evitar el sol abrasador lo más lejos posible para evitar ser quemados. Después de todo, los diablos tampoco eran tontos.