El infierno de Baator.
Si hubiera una palabra para describir ese lugar, «infierno» sería la más adecuada y apropiada porque ese lugar era realmente infernal. Ese era el campo de batalla entre demonios y diablos, donde el caos de la guerra estalló en cada centímetro de él. La paz en ese lugar era tan valiosa como los oasis en los desiertos. Si uno era solo un tonto que accidentalmente entraba en el infierno y tropezaba con el campo sangriento, entonces felicitaciones; uno ya había entrado en la peor e inimaginable parte de la pesadilla.
—En realidad me gustan los baños de sangre. Por lo menos puedo matar a mi gusto...
Chicle Miniatura miró al cielo granate y aterrizó debajo de él. Si no fuera por la línea negra que separa el cielo y la tierra, tal vez uno pensaría que ese lugar estaba lleno de graffiti de arte posmoderno, algo que simplemente está manchado de pintura roja.
—Sí, para nuestra satisfacción.
