—¿Alguien quiere conocerme?
Rhode se sorprendió, pero respondió al llamado de Arthur y se acercó a la puerta. Entonces, Arthur soltó una risita, extendió su mano y tiró de la manija de la puerta de encuentro. Detrás de la puerta ya no estaba el pasillo por el que entró Rhode. En su lugar, era un profundo y sombrío pasadizo de piedra. Arthur extendió su mano e hizo un gesto de invitación.
—Por favor.
«…»