El resplandor de la yesca se hizo cada vez más brillante, pero solo duró un rato. No ocurrió debido al ataque que recibió. En vez de eso, era una capa más profunda de oscuridad que ocultaba su brillo. Las densas capas de nubes que flotaban en el horizonte se fusionaron para formar enormes vórtices que se lanzaron en la defensa final del Orden en su tierra.
Un sinnúmero de rastros de radiaciones mágicas brillaban en el cielo. En un abrir y cerrar de ojos, las explosiones que sacudieron el suelo arrastraron una serie de tormentas y grava sucia y negra. Mirando desde lejos, parecía como si hubiera varias colas esponjosas que se balanceaban en el suelo y se separaban en dos lados. Los mercenarios que blandían sus armas mágicas modificadas no necesitaban apuntar a sus enemigos porque había un mar de ellos a la vista. Incluso si los mercenarios fueran a disparar ciegamente sus ataques, sin duda serían tiradores astutos. Sin embargo, eso no tenía sentido para ellos.