—Me niego.
Sonia respondió sin dudarlo. Miró fríamente al representante del parlamento sin ocultar la mirada de asco y molestia.
—¡Ya he tenido suficiente de ese país bárbaro y de su gente tonta! Ustedes también saben que he sufrido en la Tierra de la Expiación. ¡Nunca volveré a ese ridículo lugar! ¡Es mejor que encuentres a alguien más que acompañe a Su Majestad Lilian!
—Espero que pueda reconsiderarlo, Srta. Sonia.