El encuentro entre Rhode y Lilian fue solo un interludio y todo volvió a la normalidad. Lilian elogió a los soldados que lucharon valientemente en los frentes de batalla y rezaron por las almas de los difuntos, con la esperanza de que encontraran la paz en su vida después de la muerte. Luego, ella representó al Parlamento de la Luz, confirió el honor que Andre y sus hombres merecían, y fue la anfitriona de la gran fiesta de celebración. Rhode tuvo que admitir que Lilian actuó con seriedad en público.
Aunque Lilian sabía que Rhode era el más merecedor de todos los créditos en esa batalla, ya era obvio que el Parlamento de la Luz era hostil hacia él y que él también era del Reino Munn, lo cual ella no podía expresar en buenas palabras para él. Sin embargo, expresó su gratitud a Rhode por traer a la batalla las efectivas estatuas de la santa Doncella y los guardias de magma. Por supuesto, eso molestó a los militares, pero ¿qué podrían hacerle?