—Esto es...
Nell se congeló al ver los tentáculos revoloteando. Aunque no era una maga, sabía lo que eran porque no faltaban oportunidades para interactuar con la magia, sin importar en la Ciudad Carlesodar o en el País de la Oscuridad. En ese momento, Nell reveló algo de miedo en sus ojos, pero poco después, volvió a sus cabales, soltó un resoplido y levantó la cabeza con orgullo para mirar con desdén al joven que tenía ante ella.
—Pensé que ibas a ser un humano interesante. Parece que solo eres un perro lujurioso. Hmph. Plebeyo humano. Puedes hacer lo que quieras conmigo, pero serías un tonto si pensaras que me voy a rendir. ¿Crees que te diré todo lo que quieras saber, gusano?
—No puede decirlo así, señorita Nell.
La sonrisa en la cara de Rhode no cambió en absoluto. Al contrario, se ensanchó en una risa.