El banquete aún estaba en curso cuando Rhode y Marlene regresaron al salón de banquetes. Su partida no llamó mucho la atención y la mayoría de los nobles pensaron que acababan de salir a dar un paseo. Algunos de ellos sabían de su relación y creían que Rhode podría haber salido a acompañarla y consolarla. Después de todo, las recompensas que había recibido no eran comparables a las de los otros jóvenes nobles, lo que la dejaba inevitablemente deprimida. Sin embargo, quizás nadie podía imaginar lo atrevidos que eran para hacer algo así en la majestuosa y sagrada Ciudad Dorada.