Los rayos de verano se derramaban por el denso bosque, formando una escena pintoresca entrelazada con luces y sombras. Una brisa refrescante alborotaba las hojas y frenaba las olas de calor. De vez en cuando se escuchaban gorjeos en el sereno y tranquilo bosque. Las colinas desiguales estaban cubiertas de distintas capas de un verde agradable a la vista.
Rhode movió su atención del paisaje al mapa que tenía en la mano y dibujó un círculo.
Habían pasado dos días desde que dejaron Ciudad Piedra Profunda. En este tiempo, sus horarios fueron cumplidos exitosamente. Los 25 mercenarios que habían completado su infernal entrenamiento después de un mes y medio, se unieron a Rhode y sus 30 hombres en el camino forestal.