Rayos deslumbrantes destellaron de la espada.
Lo que pareció ser un golpe normal, forzó a los caballeros a alejarse, y algunos incluso dieron unos pocos pasos hacia atrás por la abrumadora presión. Se sintieron aterrorizados e inseguros.
Vieron la espada larga que apareció ante ellos.
Era una deslumbrante hoja hecha de cristales que emanaba un tenue resplandor. Tenía incrustadas cornalinas y otras gemas preciosas, además de unas líneas de oro e hilos de plata en espiral. En la empuñadura de la espada, había esculpida una llamativa y hermosa doncella con las alas abiertas que tenía un brillo sagrado. Desde cualquier punto de vista, la espada parecía ser una obra maestra perfecta hecha de lujo, gracia, belleza y divinidad. Algo que no debería existir en ese mundo.
Sin embargo, los soldados no quedaron atónitos por la espada, sino por su dueña.
En todo el continente, solo había una persona que podría usar un objeto tan lujoso como arma.